Docente de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. (Foto: Cortesía)
Docente de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. (Foto: Cortesía)

Adentrarnos al Archivo Arzobispal de Arequipa es vivir una experiencia de historia viva, eso lo sabe muy bien mi entrevistado, director de dicha dependencia, quien mantiene este legado como un celoso guardián.

¿Cómo surgió su pasión por la historia?

Teniendo una afección cardíaca congénita, estuve limitado durante buena parte de mi niñez de hacer mayor esfuerzo físico, por lo que mi madre, D. Teresa de la Borda Enríquez, me compraba libros para que ocupase mi tiempo en la lectura, la mayoría de ellos de historia; y, por su parte, mi padre, D. Domingo Espinoza Rondón tenía varios libros de texto con que había estudiado, todos ellos constituyeron mi deleite de esos años. Desde entonces gusté del pasado y de allí nació mi vocación por investigar y escribir.

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¿Cuál es la importancia de conservar y preservar la historia de los pueblos?

La Historia tiene la misma importancia que la Medicina, el Derecho, las Ingenierías o cualquier otra ciencia. Vista utilitariamente, es la memoria colectiva de los pueblos y su experiencia adquirida a lo largo del tiempo, lo cual le ayuda a resolver incógnitas, problemas. Vista de una forma trascendental, le permite al hombre conocerse a sí mismo, ver el lugar que ocupa en el universo. En nuestro caso, ese conocimiento nos ayudaría a superar prejuicios, pesimismos, complejos y resentimientos fruto de leyendas negras e incomprensiones que nos han dividido.

En el caso de la historia religiosa ¿cuál es su importancia?

Conocer la práctica religiosa de los pueblos, nos permite entender la idea que se ha tenido sobre lo divino, la causa y el fin de nuestra existencia y como esa idea ha movido al hombre. La Iglesia Católica por su parte, es custodia de un rico patrimonio cultural y poseedora de una larga tradición, base de la civilización occidental y de la nuestra. La fe ha contribuido de manera significativa en el orden de la sociedad y ha aportado mucho a las ciencias, las letras y las artes. Su historia la ha hecho un pueblo en marcha en pos de Jesucristo, no de un anquilosamiento que muchos equivocadamente quieren ver, se trata de una Iglesia viva y dinámica.

Tiene tres libros publicados, ¿cuáles son y de qué tratan?

Sí, he escrito tres libros: El primero, In Te Domine speravi. Monseñor Leonardo José Rodríguez Ballón y la Arquidiócesis de Arequipa (2010), trata de la vida y el ministerio del segundo arzobispo, donde puede observarse los cambios que venían dándose; más de tres décadas de gran complejidad en una ciudad en crecimiento, donde lo eclesiástico y lo religioso, también experimentaron transformaciones.

En el segundo, Una iglesia sobre roca: Santa Gertrudis de Tío y Sachaca (2011), me ocupé del curato y pueblo de Sachaca, surgido en la creación de la parroquia a fines del siglo XVIII; jurisdicción eclesiástica que muestra diferentes momentos, en los que numerosos sacerdotes desarrollaron su ministerio, además de la presencia de diferentes asociaciones laicas que colaboraron con ese trabajo y las varias manifestaciones propias de la religiosidad popular que lo identifican. Y, el tercero, María Nieves y Bustamante: Nostalgia y espejo de la tierra (2020), en el que mostré a una figura del movimiento católico, que vivió en medio de múltiples cambios, que transformaron a la Arequipa heroica del siglo XIX, representada en su Jorge o el hijo del pueblo, novela que la ha hecho célebre, a la Arequipa finisecular y la de la primera mitad del siglo XX que tuvo que asumir en medio de circunstancias adversas que superó con fe y decisión.

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