La primera edición de “Que te coma el tigre”, en 1977, tuvo una celebrada acogida de la crítica literaria y de los lectores, quienes agotaron los ejemplares en poco tiempo: el libro de cuentos de Augusto Higa llegó a circular fotocopiado entre los universitarios.

Después de 44 años, aparece con una nueva reedición, esta vez de la mano de Planeta.

A propósito de esta publicación, conversamos con el escritor peruano sobre sus cuentos, el lenguaje, la escritura y la literatura actual.

“No releo mis libros y así ha sido con este. No lo hago porque siempre encuentro imperfecciones, algo por corregir”, dice el maestro al inicio de la entrevista.

La publicación ayuda a cerrar un libro, porque sino los escritores reescribirían indefinidamente...

Claro, siempre hay esa insatisfacción del tipo escrupuloso, que quiere sus cosas perfectas. Pero la perfección no existe. Siempre hay errores, tonos oscuros, pifias. Trato de hacer buenamente lo que puedo.

¿Qué recuerda del año en que salió el libro por primera vez?

Los cuentos fueron escritos entre 1968 y 1974. Ya luego fueron publicados por una pequeña editorial. Los escribí entre los 21 y 23 años, cuando estaba en la Universidad de San Marcos, era estudiante de Literatura. Algunos de esos cuentos fueron leídos por Washington Delgado y Antonio Cornejo Polar. En esa época, había una buena plana de profesores y se preocupaban mucho por los alumnos. Ellos me dieron plena satisfacción de que estaba escribiendo bien.

Era la época del Grupo Narración...

Con Gregorio Martínez y otros autores entendimos que la literatura era expresar los sentimientos y la idiosincrasia de las clases populares, con un lenguaje estético, y una estructura literaria perfecta: saber administrar al personaje, dar un mensaje popular y cuidar mucho el lenguaje.

¿Cómo trabajaba el lenguaje, el sonido de sus frases?

No me lo leía en voz alta, pero cada cuento significaba un proceso largo. El más chiquito, como “Parados mirando las gaviotas”, no baja de un mes de trabajo. Y un cuento largo como “Que te coma el tigre” implica al menos tres meses. Línea por línea, palabra por palabra, iba midiendo la frase, el lenguaje, y trataba que sea milimétricamente estética. Me demoraba bastante, leía en voz baja y escribía a mano.

¿La escritura a mano le parece más personal?

Sí. En esa época se escribía a máquina, pero me resultaba difícil. Hacerlo a mano, a pulso, me parecía más íntimo. Usaba lápiz, no lapicero, para borrar los errores.

¿Qué le parece la literatura peruana actual?

Hay buenos escritores. Johann Page es un excelente cuentista. También está Diego Trelles, Carlos Yushimito. Y así hay novelistas, cuentistas, que están publicando y ya madurarán. Los he leído con mucha satisfacción y siento que en ellos está el porvenir de la nueva literatura peruana.

Portada del libro de Augusto Higa. (Planeta)
Portada del libro de Augusto Higa. (Planeta)

Ahora los temas sociales, la violencia de las calles, se retratan de otra manera...

Cada uno sabe cómo pela su fruta. Emplean un lenguaje distinto, más adecuado. Pero, en las nuevas generaciones, la narrativa nacional está en buenas manos, aunque no haya escritores que tengan grandes ambiciones como, por ejemplo, un Miguel Gutiérrez o un Mario Vargas Llosa, que te hacen novelas de 600 o 1200 páginas, como en el caso de Gutiérrez. Pero sí hay mayor cuidado en la prosa.

También es cuestión de épocas, antes se buscaba la novela total...

Sí, hay otro tipo de búsqueda. En la época en que yo empecé a escribir estaba el “boom latinoamericano”, lo que nos influyó muchísimo.

¿Qué le diría a los jóvenes que están empezando a escribir?

Que sean sinceros consigo mismos, que escriban con honestidad, valentía, y simpatía por lo que cuentan. Para escribir no hay fórmulas ni recetas, nada. Solo debes hacer lo que deseas. La voz se construye de manera personal, lenta, progresiva y con mucho esfuerzo.

¿Está preparando un libro?

He terminado un libro de cuatro cuentos, que estoy corrigendo, y que, provisionalmente, lleva el título de “Cuentos informales”, porque tiene que ver con vendedores ambulantes, los mercados. Pero sigo en la corrección. Y esperemos que, cuando se normalice la situación, lo publique.

Augusto Higa

Narrador peruano. Nació en Lima, en 1946. Ha publicado “La casa de Albaceleste”, “Okinawa existe”, “La iluminación de Katzuo Nakamatsu”, “Gaijin”. Ha recibido premios literarios como el José Watanabe y el Novela Breve.

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