Su espíritu inquieto lo impulsa en su utopía editorial. Pero, simultáneamente, su altruismo lo propulsa hacia otros caminos, como el de contribuir con los proyectos regionales de lectura.
Su espíritu inquieto lo impulsa en su utopía editorial. Pero, simultáneamente, su altruismo lo propulsa hacia otros caminos, como el de contribuir con los proyectos regionales de lectura.

Como ya lo he manifestado anteriormente, la región La Libertad no solo vive una etapa de nuevo florecimiento literario. También vive un alentador periodo de gestación, nacimiento y desarrollo de valiosísimos proyectos editoriales. Uno de ellos es NECTANDRA EDICIONES, dirigido por el profesor, escritor y editor Carlos Santa María Ruiz.

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Tal como consigna en su cuenta de Facebook, se trata de una “editorial independiente especializada en proyectos alternativos”, orientados a favorecer la accesibilidad al libro y a propiciar enriquecedoras experiencias de lectura. Este tipo de editoriales y de proyectos hacían (y hacen) tanta falta en nuestro país y, particularmente, en nuestra región.

Su valía

Definitivamente, necesitamos de iniciativas que vayan más allá de la impresión y venta de libros. Requerimos de proyectos sostenibles capaces de dinamizar a todos los factores de la llamada “cadena productiva del libro”. La emergencia de editoriales especializadas en proyectos alternativos constituye una gran oportunidad de desarrollo cultural. Se convierten en actores estratégicos de fomento de la lectura frente a las cadenas internacionales o a las prácticas comerciales y lucrativas en torno al libro.

Proyectos como el de Nectandra Ediciones, al priorizar la accesibilidad y asequibilidad al libro, actúan como agentes democratizadores de la cultura escrita, permitiendo que sectores tradicionalmente excluidos por barreras económicas o geográficas accedan a obras de calidad. Asimismo, su flexibilidad y compromiso social les permite explorar nuevos canales de distribución, formatos innovadores y estrategias colaborativas que suplen las deficiencias o el abandono de las instituciones estatales en los ámbitos nacional, regional y local.

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La utopía

De este modo, no solo amplían la circulación y visibilidad de los libros, sino que también fortalecen los vínculos entre autores, comunidades y lectores, promoviendo una cultura más participativa y diversa. Al respecto, “me gustaría aclarar que una editorial no es una imprenta”, nos dice Carlos Santa María. Un proyecto editorial alternativo tiene que incorporar los factores ya mencionados, en sus estrategias de trabajo, y aspirar a esos grandes objetivos culturales que hemos señalado anteriormente.

“No se puede publicar un libro solo porque su autor tenga el dinero necesario para costear los gastos de impresión y diseño” remarca con convicción el director de Nectandra Ediciones. Obviamente, hay un compromiso mayor: la calidad del libro y la (re)valoración de lo local. El proyecto se sostiene en estos dos pilares. No se puede valorar lo local ni alcanzar la integración a la cultura universal si es que no se evidencia un genuino trabajo de calidad.

Y en esa utopía se integran autores, diagramadores, ilustradores, revisores, críticos, etc. Todos ellos se suman para lograr un trabajo de calidad: desde el contenido del libro hasta su presentación como objeto. Pero, más allá de ello, hay también un trabajo silencioso, incansable y riguroso. Es la lectura y búsqueda de obras que respondan a la utopía.

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Proyectos

Y, por ello, Carlos Santa María se ha “impuesto una “línea editorial” que se desarrolla bajo la forma de tres proyectos. El primero es la serie VALORACIÓN que reedita libros capitales para la literatura de la región. Se trata de obras que dejaron de circular hace bastante tiempo. “Con esta serie hemos vuelto a poner en circulación títulos como ‘Arrieros’, de Juan Morillo, ‘Dedicatorias’, de Carlos Tataje, ‘Mitoral’, de Teodoro Bernabé y ‘Rebuzno propio’, de Leoncio Bueno (autor homenajeado en la FIL), entre otros” nos dice Santa María.

El segundo es la serie titulada MAR BAJO LLAVE. Aquí se publican poemarios de autores contemporáneos poco difundidos. Algunos de estos libros son: “Anatomía de la espera”, de Roberto Jáuregui, “Itinerario del solista”, de José Ramírez, “Baladas de una joven enamorada empujando su carrito sanguchero”, de Esmeralda Cueva, “Santoral”, de Antonio Escobar, y “Atando cantos”, de Alberto Alarcón. El tercer proyecto se denomina PLAN LECTOR POPULAR porque tiene la intención “de masificar y descentralizar la lectura”. En el intento de poner la obra al alcance de todos, “cambiamos el formato de libro por el de folleto y reunimos a autores de las 12 provincias de La Libertad” nos dice, muy orgulloso, el editor.

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Espíritu altruista

Además de estos proyectos, Carlos Santa María lleva un largo recorrido en su fecundo camino de lector, profesor, escritor y editor. Hasta el momento ha publicado cuatro compilaciones de cuentos de autores liberteños, para distintos lectores. Y, como si ello no fuese ya bastante, tiene listas dos publicaciones: Once liberteño (selección de los 11 mejores cuentistas de la región, 1964-2025) y Plan lector popular: poesía (que tiene la misma lógica del anterior Plan Lector, pero con poemas en lugar de cuentos).

Como vemos, su espíritu inquieto lo impulsa a seguir bregando en esta utopía editorial. Pero, simultáneamente, su espíritu altruista lo propulsa hacia otros caminos, como el de los proyectos de lectura focalizados en las escuelas de zonas marginales o de las zonas alejadas de nuestra sierra liberteña. Muestra de ello es su reciente donación de aproximadamente mil ejemplares de diversos títulos. Los(as) estudiantes, los(as) maestros(as) de estas escuelas y los padres de familia te lo agradecen. Nosotros también.

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