Reconocido escritor espera también brillar en otros países.
Reconocido escritor espera también brillar en otros países.

estudió Comunicaciones en la PUCP. Trabajó en agencias de publicidad en Lima y . Sus cuentos están en antologías nacionales y extranjeras. Publicó El origen de la Hidra (2017) y las novelas: Solo vine para que ella me mate (2019), Cachorro (2020), Ajuste de cuentos (2020), Bultos negros (2021) y Gringasho (2022). De él llegan noticias desde Argentina. Comparto la entrevista.

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Eres un destacado exponente de la novela policial-negra peruana. ¿Cómo optaste por este género y especialización en investigación y criminología?

Siento que el tema me eligió a mí y no al revés: veía la ciudad que amo tomada por la criminalidad y sentí la urgencia de entender lo que le había ocurrido a través de las historias que revoloteaban a mí al rededor. Buena parte de la motivación provino de la afición que había desarrollado a leer novela negra y policial. Me sumergía en las historias de Don Winslow, Richard Price, James Ellroy y empecé a abrigar la esperanza de hacer algo parecido con personajes cercanos, locales, salidos del norte peruano. Parece que, al final, sí se pudo.

De nuestro sangrante proceso socio-histórico actual, ¿qué textos tuyos consideras que desarrollan esta coyuntura?

Me resulta imposible escribir novela negra sin sumergirme en la podredumbre social que nos rodea. Cachorro, Bultos negros, Solo vine para que ella me mate son libros nacidos directamente desde la corrupción, la violencia y el miedo con el cual nos toca convivir. Lo diré de una forma más directa: la única manera de contar la realidad peruana contemporánea es a través de la novela negra. Al menos para mí lo es.

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En tus novelas, ¿eres protagonista, solo narrador, te autocensuras a la hora de escribir?

Un escritor que se censura es un cobarde; entonces no es solo un cobarde, sino un mal escritor. Está más cerca de ser un escribano, un amanuense. Un secretario, punto. Me convierto en un narrador-personaje en mis historias de no ficción: ahí es cuando aparecen mis prejuicios, temores y demás aspectos de mí que no suelen ser cómodos de contar. Sin embargo, no descarto ficcionarme a mí mismo en algún momento. Siento que el momento está próximo: me ha tocado vivir muchas cosas durante los últimos años que, supongo, ameritan una novela autobiográfica.

Investigar te ha facilitado tus códigos narrativos ¿has tenido hacking?

Sí, hacking y hating (odio). Pero es un precio que estoy dispuesto a pagar por hacer lo que hago. Eso sí, soy bastante más prudente de lo que mis historias sugieren. No tiene sentido morir por una historia y luego no poder escribirla. Por otro lado, investigar este tipo de temas me permiten estar mejor preparado ante cualquier eventualidad.

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Al iniciar sabes qué historia vas a contar y cómo va a desarrollarse o dejas que la historia crezca según vas escribiendo?

Tengo un olfato bastante desarrollado: me basta con escuchar algo una vez para saber si ahí hay material o no. Las historias me buscan, las dejo entrar en mi cabeza y me siento a verlas madurar. Como solía decir Ray Bradbury: llega un momento en que sientes que la historia te trepa por la garganta, efervescente, y que no la puedes contener más. Entonces es tiempo de sentarse a escribir. Jamás en la vida he tenido un bloqueo creativo. Eso no existe.

He leído a Andreu Martín, y tu narrativa tiene de novela negra. ¿Avanza este género en nuestro país?

Lo cierto es que no tanto como me gustaría. No existen demasiados escritores dispuestos a abordar este tipo de literatura. La verdad sea dicha, requiere investigar mucho. De otro modo, el lector se da cuenta de la farsa y abandona pronto. En mi caso, son ya algunos años que estoy en la cancha y las historias llegan por sí solas. Tengo una lista de novelas, novelas cortas y cuentos por escribir, con tramas definidas y todo: suman más de treinta ítems. Si mis colegas no se ponen las pilas, allá ellos. Más para mí.

Acabas de firmar con una agencia literaria de Argentina. Es un paso importante en tu carrera. ¿Cómo fue?

Me siento feliz de haber podido firmar con la agencia de Silvana Merlo: fueron varias semanas de conversaciones y, al final, se logró. Llevaba un tiempo entrevistándome con agencias de fuera (de Barcelona, principalmente), pero la gran mayoría buscaba autores con sesgo feminista, diverso, etc. Y como ya dije, yo no soy amanuense de ninguna causa. Silvana nunca me interrogó sobre nada que no fuera los planes que tengo para mi obra, me prometió respetar mi independencia y libertad creativa. Eso ya es mucho en un mundo que vive para y por la corrección política. Estoy seguro de que vienen grandes cosas para ambos.

¿Qué es lo que viene ahora?

Cierro el año con una nueva novela (un true crime ambientado en Virú, un caso terrible ocurrido en 2017), participación en una antología editada por el Fondo de Cultura Económica de México que habrá de publicarse en varios países (incluido Estados Unidos y España) y un par de viajes más: ya estamos en conversaciones con la Pontifica Universidad de Chile para acordar mi participación en una serie de eventos que tendrán lugar en Santiago durante la primera quincena de diciembre. Mientras tanto, no dejo de agradecerle a Dios por la forma en la que sigue bendiciendo mi carrera. El mérito es todo suyo.

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