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Daniel Mordzinski le sorprendió que muchos periodistas peruanos se mostraran interesados en conversar con él, a propósito de su visita a Lima como parte de la 36° Feria del Libro Ricardo Palma, y se disculpa por no poder atender a todos. Quería conocer la ciudad. “Lo digo con humildad. No me imaginaba que lo que yo hacía despertaba bastante interés en Perú. Cuando me enviaron la lista, si yo hubiera sido un dibujo animado, me caía para atrás (risas). ¡Era una maratón! Yo no soy una estrella de rock. Pero tampoco soy difícil, ni divo ni complicado”, manifiesta el fotógrafo argentino, que ha tenido la dicha de retratar a los escritores más importantes, y también a los nuevos valores, de la literatura en español, como Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Ernesto Sabato, Mario Benedetti, entre otros.

Mordzinski está hasta hoy en Lima, porque luego parte a Arequipa para participar en el primer Hay Festival, que irá del 5 al 8 de diciembre, donde inaugurará su primera exposición fotográfica en Perú.

¿Se siente usted privilegiado? 

Absolutamente. Rotundamente, sí. Privilegiado pero en mi lugar. Privilegiado porque me siento joven y somos muy pocos los jóvenes que podemos vivir de nuestros sueños, de nuestras ilusiones, de nuestras pasiones. No te olvides que nos vienen anunciando el final de la fotografía, la Apocalipsis del periodismo. Yo me paso enseñando e intentado dejar un poquito de ese privilegio que me regaló la vida. Susan Sontag, una persona que ha sido muy importante en mi vida, decía que la fotografía es un pasaporte y ese pasaporte, coincido con Sontag, a mí me permite hacer las dos cosas que amo en la vida: fotografiar y viajar. Y ambas acompañadas de la lectura. ¿No voy a hacer un privilegiado?

¿Cómo logra encontrar el encuadre perfecto? 

No lo encuentro. Simplemente soy un traductor y domino un poquito la técnica, un poquito esa cosa aleatoria que es la inspiración, pero sobre todo soy tremendamente intuitivo. Y si hay algo importante en la expresión fotográfica es no traicionarte, no intentar hacer lo que los otros hacen porque te lo piden. Yo, desde muy pequeño, estuve convencido de que la mejor manera de sacar a un escritor de su pose de escritor es sugiriéndole otra pose, una nueva pose que rompa con esos lugares comunes que tiene la literatura, que son los libros, las bibliotecas, los lugares donde se escribe. Y lo hago de una manera juguetona, atrevida, siempre digna y respetuosa. Y esa es de alguna manera mi singularidad. Los escritores saben que no hago trampa, que no hay golpes bajos, que no traiciono. Y después de tantos años, van 39, eso se sabe, porque somos muy poquitos los habitantes de este maravilloso mundo que leemos, que escribimos, que somos sensibles a lo que los otros escriben. Al principio era más complicado porque me preguntaban, naturalmente, ¿para qué?, ¿qué vas a hacer con esas fotos? Y el privilegio que tengo hoy es que cuento con la complicidad de los autores y no solo de los icónicos, de los consagrados, creo que he logrado contagiar mi entusiasmo a las jóvenes generaciones, a las cuales leo, sigo, respeto y apoyo con la misma intensidad que lo hago con los autores consagrados. ¿Quién soy yo para ponerles estrellas? Yo trato exactamente de la misma manera y con el mismo respeto a un Premio Nobel y a un autor que va a publicar su primer libro.

¿Cómo trabaja ese contacto previo al retrato? 

Mira, no hay un método Mordzinski, no hay un recetario. A mí me gusta leer y la literatura ocupa un lugar muy importante en mi vida. Leer me ayuda, no en la medida que saque mejores fotos porque los lea, sino porque así me siento más cercano a ellos. Son los mismos escritores los que me apoyan, los que me presentan, los que me introducen, son ellos mis embajadores, mis agentes, mis hermanos. Y, claro, como sé escuchar tengo muchísimas anécdotas que, por cierto, me gusta compartir con la gente. Últimamente estoy escribiendo porque, como todos, tengo miedo a esos espacios negros de la memoria. Intento rescatar esas historias, no necesariamente para publicar, no me interesa, no es mi objetivo, en todo caso. Pero sí me interesa luchar contra el olvido.

Hay una fotografía hermosa que le hizo a Gabo sentado en el borde de su cama, cerca de una ventana, cuya luz ilumina su rostro. ¿Cómo lo hizo? 

Cuando hoy vemos esa fotografía hay mucha soledad, hay más de cien años en esa soledad. Hay una ley de la composición por la cual el espacio vacío tiene que estar en la dirección de la mirada. Es una ley que heredamos de la pintura y seguro de antaño. Yo, conociendo esa ley, no la respeto. Lo planto contra el otro extremo, pero la luz viene de este lado. En ese momento yo no sabía que era una despedida, no sabía que esa poquita luz que le daba representaba los pocos meses que le quedaban y que todo ese espacio que había detrás podía interpretarse como toda su obra.

Daniel Mordzinski

Fotógrafo (50)

Nació en Buenos Aires, pero hoy vive en Francia y es corresponsal de El País y otros medios.

Se ha especializado en retratar escritores y es fotógrafo oficial del Hay Festival.