Es muy potente para lectoras/es sensibles al tema ambiental, para quienes buscan una poesía comprometida con la naturaleza, pero al mismo tiempo muy meditativa y filosófica.
Es muy potente para lectoras/es sensibles al tema ambiental, para quienes buscan una poesía comprometida con la naturaleza, pero al mismo tiempo muy meditativa y filosófica.

Andrés Echevarría (Cerro Largo, Uruguay, 1964) es poeta, ensayista y dramaturgo uruguayo. Participó en el “Encuentro internacional vallejiano “Espergesia” (UCV, 2023) y acaba de participar en el “Festival de poesía Chepén-Chepén” (noviembre, 2025). Andrés es miembro de la Academia Nacional de Letras de Uruguay. Entre otras distinciones obtuvo el Premio Onetti (Municipal), el Segundo premio del Ministerio de Educación y Cultura (Premio Nacional), así como las declaraciones de Hijo adoptivo y Huésped ilustre de Santiago de Chuco (Perú). Presidió el comité organizador del Congreso Internacional Vallejo Siempre 2016 en Montevideo.

Manifiesto

“Manifiesto de un bosque” (2025) es su poemario más reciente, y, en efecto, en sus páginas se “respira y late con la vida que lo habita”: incluye pájaros, libélulas, árboles, luna, etc. Formalmente, Echevarría alterna varios registros: hay versos largos sin mayúsculas ni puntuación que dan sensación de flujo continuo, hay haikus y tankas, y también otras formas rimadas tradicionales. El lenguaje poético se expande con la cadencia de lo vivo: no es solo descripción del bosque, sino “actualización” (en sentido aristotélico) de lo vivo, es decir, el bosque se convierte en acto, en algo presente, no solo en imagen. Esta dependencia filosófica, deviene también de los “Diálogos” de Platón. Más allá de lo estético, es una “provocación” a la ecología y su corriente conservacionista: invita al lector a reconocerse parte de la naturaleza, en lugar de contemplarla desde afuera. La poesía tiene tono panteísta, pero no sin lucidez: no idealiza ingenuamente la naturaleza, sino que reconoce su fragilidad y su abundancia. Echevarría está lejos de una visión egocéntrica del mundo natural: su poesía se dirige a una contemplación que desborda al “yo” humano. Por tanto, “Manifiesto de un bosque” es muy potente para lectoras/es sensibles al tema ambiental, para quienes buscan una poesía comprometida con la naturaleza, pero al mismo tiempo muy meditativa y filosófica.

En un jardín

El “Lamer la luz de un jardín” (2022) es un poemario en cuya estructura predomina el “tanka” (estrofa japonesa de cinco versos) en muchos poemas. El uso del tanka es muy apropiado para el tema del jardín: el tanka como “postal de la naturaleza”, como instante delicado, como imagen pequeña pero profunda. Echevarría usa también sonetos y verso libre, combinando tradición con frescura moderna, lo que le da variedad rítmica al libro. Temáticamente, el jardín es central: el “yo lírico” construye un catálogo poético de jardines: “él jardín de la hormiga, el jardín abandonado, el jardín habitado” (p.14), lo que sugiere una multiplicidad simbólica: jardines como memoria, como imagen interior, como lugares imaginarios. Hay un fuerte componente de alusión en estos poemas: esa vigilia nocturna permite al yo poético cuestionarse, reflexionar, y tejer sus versos en la noche. Echevarría juega con la luz y la palabra juegan un papel clave: la “luz de un jardín” no es solo física, sino también metafórica, vinculada a la inspiración poética. Este libro puede leerse como una meditación sobre el instante, la naturaleza, el recuerdo y la luz. El ritmo interno de los poemas nos invita a una lectura continua.

El animal

“El animal inútil” (2020) es un poemario que, por su título, ya sugiere una reflexión sobre la condición humana: el “animal” que siente una inútil existencia o un sentido de inutilidad. “Cómo podría explicarte la tristeza/ a ver/ podría decirte / que la tristeza es un hueco/ es aquel sombrero” (p.24). Desde un punto de vista formal, al tratarse de un poeta ya consagrado, podemos afirmar que Echevarría usa un lenguaje cuidado, simbólico, y que la “inutilidad” del animal no es un juicio negativo puro, sino una condición existencial que invita a la contemplación. El patea nos involucra cuando señala que “de algo vamos a amanecer/ de aliento de ventana o tos de invierno / con el refugio del verano/ o en el hueco de una ventana” (p.41), este tipo de imágenes es recurrente en el libro: el hablante lírico se concibe como “animal”, pero no desde lo biológico, sino desde lo vulnerable. En síntesis: es poesía intensa, existencial, intimista, con una mirada frecuente al ser y a su aparente futilidad, pero sin caer en la desesperanza, más bien en la reflexión poética. La inutilidad aparece no como fracaso, sino como un desajuste con el mundo.

Sinopsis

Sinopsis comparativa de los tres libros de Echevarría, notamos evolución: “El animal inútil” pone el foco en la condición del ser humano (“animal”), en su inutilidad existencial; luego “Lamer la luz de un jardín” se casi traslada a un espacio exterior-introvertido (jardín) para explorar luz, memoria, instante; finalmente, “Manifiesto de un bosque” expande ese jardín a un bosque, una naturaleza mucho más amplia, viva, diversa, casi un cosmos poético. En cuanto a la forma, Echevarría mantiene su maestría en el uso de formas variadas (tanka, haiku, verso libre, rima): eso le da a su obra una riqueza bastante reconocible y sofisticada. Temáticamente, hay una progresión desde lo íntimo / existencial hasta lo colectivo / universal: el bosque no es solo un paisaje, es un sujeto poético.

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