La inquietud, la vocación, el afán de plasmar en el libro su sensibilidad, su percepción de la realidad, el testimonio de sus experiencias, metas u objetivos logrados, la vivencia de sus inquietudes, el aporte de sus colaboradores, en fin, el testimonio y valoración personal de las obras logradas o inconclusas, la insatisfacción ante lo esquivo o lo que no se pudo lograr, marcan algunos de los signos distintivos de la vida y de la gestión directiva en los diversos cargos desempeñados por José Murgia Zannier.
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En efecto, su producción intelectual y bibliográfica, casi toda sustentada en la experiencia personal, familiar y política, comprende varios libros, en cuyo conjunto podemos registrar los siguientes volúmenes:
“Pulso y latido de Trujillo: memorias y testimonio de un vecino” (2019): registro y relato de su propia vida personal y familiar, incluidos sus primeros pasos y lecciones en su Cochabamba natal, en Bolivia, donde estudió los primeros años de primaria, que después los prosiguió en Trujillo.
“De Trujillo a Atlanta: Cartas de mi padre durante mis estudios de postgrado en USA” (2021), que registra la correspondencia que puntualmente, cada semana, durante dos años y medio intercambiaba con su padre, radicado en Trujillo.
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“Memorias 1980–2006″ (2022). Testimonio de su gestión como autoridad municipal y regional.
“Memoria de la Cooperación Técnica Internacional 2007-2011 desarrollado por el Gobierno Regional La Libertad y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo” (2023), escrito en coautoría con Juan Polo Huacacolqui, cuyo contenido principal da cuenta de las cocinas mejoradas, especialmente en las zonas rurales, populares y campesinas, así como la rehabilitación y fundación de la ahora llamada Casa de la Identidad, uno de los edificios heráldicos de Trujillo, sede durante muchos años de la escuela “Pedro M. Ureña”, donde ejerció la docencia el maestro César Vallejo.
“La tumba de Víctor Raúl Haya de la Torre, en el cementerio de Miraflores” (2024). Es el texto más reciente, precisamente el que motivó la ceremonia cultural última.
A esta relación hay que agregar la “Historia del local del Partido Aprista”, de carácter estrictamente político-partidario.
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PATRIMONIO MONUMENTAL DE LA NACIÓN
En este flamante texto el autor empieza destacando un hecho casi anecdótico: durante la gestión del alcalde Jorge Torres Vallejo, a fines de 1982, propuso la idea de construir un museo y mausoleo en el baluarte de la antigua muralla de Trujillo, ahora denominado Parque Indoamericano, a orillas de la avenida España. La idea central era perennizar la vida y obra de Víctor Raúl Haya de la Torre. El teniente alcalde Murgia se adhirió al proyecto, pero después varió de posición al conocer la voluntad del propio fundador del Apra.
Entonces, se destaca el valor, significado y trascendencia del Cementerio de Miraflores, declarado por Resolución Suprema n° 505-74-ED, del 15 de octubre de 1974, como Monumento del Patrimonio Monumental de la Nación.
En efecto, el líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre falleció en Lima el 2 de agosto de 1979 y fue enterrado en el Cementerio General de Miraflores, conforme fue su deseo. Precisamente, en su multitudinario entierro, el señor César González Vásquez, entonces alcalde de la provincia de Trujillo, pronunció en su discurso alusivo: “Al borde de esta tumba, sólo hay lugar para las meditaciones y plegarias. Esta no es una tumba, esto es un Santuario. No estamos sepultando a un hombre, estamos consagrando un símbolo.
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OTROS DECESOS ILUSTRES
También el autor señala en las páginas de su texto, que en el mismo panteón fueron enterrados en 1986, al lado de la tumba del máximo líder aprista, Carlos Manuel Cox, fundador y primer secretario del Partido Aprista Peruano y senador de la república por La Libertad, así como el dirigente Alfredo Tello Salavarría, quien asumió el comando de la Revolución de Trujillo en 1932 ante la prematura desaparición física de Manuel Barreto Risco, quien también fue elegido diputado por el departamento de La Libertad.
Pero no son los únicos, pues el trascendente lugar se ha enriquecido en las inmediaciones del mismo con el reposo de otras personalidades: Carlos Eliseo, o “Jorge Idiáquez Ríos, secretario personal de Haya de la Torre, fallecido en 1992; Julio Garrido Malaver, senador de la república, ganador en su juventud de los Juegos Florales nacionales en 1940, fallecido el año 1997; Hermes Cáceda Mendoza, distinguido empresario trujillano, secretario general colegiado del Comité Ejecutivo Departamental de La Libertad, fallecido en 1999.
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LA ÚNICA PROPIEDAD DE HAYA DE LA TORRE: SU PROPIA TUMBA
Pero hay más: Elvira de la Puente Haya, sobrina carnal de Víctor Raúl, en su libro “Elvira y Haya de la Torre, afirma categóricamente: “Haya de la Torre no era dueño de ningún inmueble, exceptuando su propia tumba, que él mismo adquirió en vida, en Trujillo, junto a la tumba de sus padres”.
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UNA PIEDRA Y UN ÁRBOL
La tumba del líder aprista, en cumplimiento de su última voluntad, está flanqueada por un árbol y una piedra, la cual fue traída por Julio Garrido Malaver y Jorge Torres Vallejo de los alrededores del cerro cercano a la carretera a Salaverry. La punta superior termina en una punta afilada que se proyecta en dirección del cielo.
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EXPRESIÓN POÉTICA
La flamante entrega de José Murgia, presentada el último martes por el editor y narrador Carlos Vega Ocaña, el poeta Bethoven Medina y el autor de esta semblanza, tiene también trascendentes proyecciones poética, en autores tan importante, como Jorge Manrique, del siglo XV, autor de las “Coplas por la muerte de su padre”; el libro de ensayos “Los muertos y las muertas”, de Ramón Gómez de la Serna; y los intensos y dramáticos versos plasmados por César Vallejo, especialmente en “España, aparta de mí este cáliz”, cuyo poema III, al referirse a la caída del combatiente Pedro Rojas, concluye con el verso “Su cadáver estaba lleno de mundo”.
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