Cronwell Jara: "Vivimos la tragedia de ser peruanos"
Cronwell Jara: "Vivimos la tragedia de ser peruanos"

Tras su última visita a Huancavelica, el escritor de “Montacerdos”, “Las huellas del Puma”, “Faite”, nos cuenta sobre la tragedia de ser peruano y el placer de escribir.

¿Primera vez en Huancavelica? 

Es la segunda vez, la primera fue desafortunada porque me agarró una pulmonía, vine desprevenido, hice el taller de narrativa, que es mi área, cumplí, salió bien, pero, vi una zona pobre y siempre tuve la impresión de que Huancavelica es el lugar más pobre del mundo, ahora que he vuelto luego de 22 años, veo una ciudad, que arquitectónicamente está mejor organizada. Me alegró mucho, porque es un deseo natural que vivan mejor y con más comodidad.

¿Qué le gusta más de nuestra ciudad? 

Veo gente noble, sin violencia, gente tranquila, no veo violencia, ni delincuencia, ni basurales como abunda en Lima.

¿Cree que nuestra ciudad es perfecta para escribir? 

Sí, es un lugar muy agradable, me gusta mucho rodearme del verde de la fronda de las montañas, estoy muy agradecido por este paisaje que me dan, este clima, es un lugar ideal para la escritura.

¿Cuál es para usted un ambiente ideal para crear y escribir? 

El ambiente ideal es aquel donde te liberas de los problemas cotidianos, pago de luz, agua, teléfonos, alimentación, es el que logro cuando voy a Cuzco, es sencillo, lo que hay sirve de alimento, Puedo pasar una semana, diez días, pero ese tiempo vale como tres meses trabajados en Lima. Eso me ocurre en el Valle Sagrado de los Incas, aquí hay espacios similares.

¿Qué perspectiva tiene sobre la literatura peruana? 

Inevitablemente es un reflejo de lo que ocurre en nuestra tragedia de ser peruanos. Perú es un país de muchas crisis, complejas, económicas, sociales, políticas, educativas, eso hace que el país sea un lugar enfermo. Nosotros somos peruanos enfermos de crisis económicas, mal pagados, con mala salud, los hospitales no rinden, las medicinas no alcanzan, el dinero no alcanza, la mayoría vivimos en la tragedia de ser peruanos. El país no me da comodidades para disfrutar de tranquilidad, no hay una economía que me permita alimentarme bien. En Lima dejo de escribir para buscar trabajos y lograr pequeños ingresos y así lograr mi sustento.

En ese contexto ¿Cree que hay un desarrollo de la literatura peruana? 

La literatura peruana siempre está en búsqueda, aparecen nuevos planteamientos, porque la crisis es progresiva y aparecen muchas fases, formas de crisis, antes tuvimos a Sendero Luminoso, las masacres de El Frontón, en las cárceles. Ahora tenemos la deforestación, la agresión de las mineras que envenenan cultivos y a la gente. Eso es un desastre, es una falta de respeto total al ciudadano peruano, es un abuso de las trasnacionales y el gobierno lo permite.

¿Cuál es el libro suyo que más satisfacciones le dio? 

Los que más trabajo me han costado. El que más dolores y placeres me causó es “Patíbulo para un caballo”, lo hice en cinco años, cinco revisiones en ese tiempo y lo seguí revisando para una segunda (edición), hasta donde pude, porque muere el editor y sale con errores. Ahora hay una tercera que no me contenta del todo, pero es la mejor de todas las ediciones. Continué con el esfuerzo de pulir la calidad del libro, por eso quiero esa novela. Las otras novelas las sigo corrigiendo toda la vida. Ahora último “Manifiesto de las jodas”, la tengo atracada hace 45 años.

¿Sigue puliendo cada libro que publica?

Claro, estoy contra la corriente de que el escritor que revisa su obra original, hecha la primera edición, comete el error de malograrla, esa es la tragedia de Eleodoro Vargas Vicuña, hizo lo que pudo, se esforzó, ya no tuvo la inspiración de la juventud. Allí está el resultado, sigue siendo un gran escritor, pero, los críticos zahorí dicen ‘la fregó’. No voy a estar guiándome de las críticas. Yo veo que tengo la fuerza, energía para visualizar la historia, el ritmo, el tono, la melodía y veo que hay partes oscuras, entonces corrijo, capítulo a capítulo, línea a línea, párrafo a párrafo. Es un trabajo que te envejece 10 años, ya parece que tuviese 98.

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