Es estudiante de Derecho en la Universidad Católica de Santa María. (Foto: Cortesía)
Es estudiante de Derecho en la Universidad Católica de Santa María. (Foto: Cortesía)

Siempre es un gusto conocer la obra de los jóvenes talentos en nuestra ciudad, esta vez conversé con Fabrizio y su corto pero ya productivo camino literario.

¿El estudiar derecho ha influido en tu proceso narrativo?

No, todo se lo debo a la biblioteca que dejé en Moquegua, ese lugar que me vio nacer e irme. También, a los libros que me dio mi padre y ahora descansan aquí en Arequipa. Soy lo que leí y leo, todo ello se ha visto involucrado e influido durante el proceso narrativo.

¿De qué trata “Puntos Pausados y Finitos”?

Fue mi primera publicación literaria, una breve narrativa sobre un joven que viaja en los buses de esta ciudad blanca y que va recorriendo su pasado hasta encontrar el presente a través del amor.

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Háblame sobre “Apología de la existencia”

Quizá sea, hasta el momento, mi libro más profundo. Mientras lo escribía estuve en las cimas de la desesperación, pero ahora me encuentro con la tranquilidad otra vez. Una amiga que suele marcharse durante tiempos muy prolongados. Asimismo, es un libro que refleja la condición humana, nuestra esencia, a la persona sin máscaras ni teatros. Podría decir que, en su totalidad, como dijo mi editor, está cargado de ego y, en efecto, lo está. Les digo desde ahora a los críticos que cuando la lean, estarán leyendo un diario, uno de sufrimiento y esperanza, algo así como el reflejo de sus propias vidas. “Apología a la existencia” ofrece una clara ilustración de eso que evitamos todos los días, el hecho de no pensar en nuestra existencia, en no cuestionarnos, en no juzgarnos, en creer que ya todo está dicho y, por ende, puedo escapar. Yo les digo a todos que de esta prisión no huye nadie, es una condena perpetua y la única salida es la muerte. Eso es “Apología a la existencia”, un golpe a la celda, la resistencia a la cronicidad.

¿Sientes que ahora hay más oportunidades para los jóvenes escritores?

Tengo una política de sinceridad para estos asuntos, las oportunidades deben obtenerse, así como uno se hace acreedor al éxito de cualquier materia. En este país el ambiente para las oportunidades es hermético, pero no imposible. Creyendo en uno mismo, pueden lograrse grandes cosas, sin embargo, no puedo omitir señalar que en un país donde la lectura es como el adobo dominguero, es decir, una vez a la semana, se pretenda alcanzar hitos quijotescos. Los lectores son escasos y los pocos sumamente críticos, así que, las oportunidades están, lo difícil es atreverse porque la exposición pública suele ser el temor que muchos jóvenes escritores tienen. Yo los invito a arriesgarlo todo, solo así llegarán y llegaremos lejos.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

En principio y el más importante, culminar mi carrera para poder consagrarme como abogado y defensor de las causas justas, empero, también desarrollar mi personaje o faceta de escribidor hasta un grado en el que pueda transmitir la realidad que vivimos y las personas puedan tomar mis ideas con importancia, eso para mí es como una misión de vida. No sé hasta que punto esas dos personalidades puedan convivir; la literatura y la abogacía… Pero, de lo que sí estoy seguro, es que, ambas son una herramienta para difundir nuestros aciertos y errores, las proezas y las derrotas. Me atrevería a decir que, en el rubro de las palabras, mi próximo proyecto será una novela en la que pienso constantemente, aunque no tenga un panorama claro. Pero, sí. Será una novela.

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