Danilo Sánchez Lihon (Santiago de Chuco, La Libertad, 1944) es licenciado en Literaturas Hispánicas graduado en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con estudios de especialización realizados en Madrid, España. Es autor de obras de poesía y, en ensayo, principalmente sobre la lectura y la literatura infantil; en narrativa, recreando mitos, leyendas y cuentos populares del Perú. Mereció dos veces el Premio Nacional de Literatura Infantil y el Laurel de Oro. Dirigió el INIDE, el Centro Cultural Encinas y actualmente es director general del Instituto del Libro y la Lectura del Perú. Fue docente en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Preside el “Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra”.
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Llama votiva
En su reciente libro “Poeta Federico Barreto quien es llama votiva” (2025), analiza la vida y obra del ilustre poeta tacneño. Es una obra fundamentada y consecuente con sus principios, sin la búsqueda de protagonismo, por cuanto su producción intelectual es tesonera y permanente. Respecto a Tacna, Danilo Sánchez ya había difundido ¡Arica en el alma! en su espacio virtual folios de la utopía, subtitulado “Diario de apuntes de un soldado” (junio, 2016). Tiene una vasta obra literaria y pedagógica. El presente libro, histórico y educativo, consta de 7 capítulos y un epílogo. Cada capítulo tiene 7 estancias. Su eje es de valoración y creatividad identificada con el proceso histórico dentro de las didácticas en lenguaje y la comunicación integral.
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Federico Barreto
José Federico Barreto Bustíos (Tacna, 8 de febrero de 1868 - Marsella, 30 de octubre de 1929) fue conocido como «El cantor del cautiverio» o «El poeta del cautiverio”. Vivió en Tacna durante la ocupación chilena que siguió a la Guerra del Pacífico. Llevó una intensa vida intelectual y periodística, abogando por la peruanidad de los territorios ocupados por Chile. Fundó el semanario El Progresista (1886) y el Círculo Vigil (1888). Con su hermano José María, integró el grupo literario “La Bohemia Tacneña”, en cuya revista Letras colaboraron, entre 1896 y 1898, Rubén Darío, Clemente Palma, José Enrique Rodó y José Santos Chocano.
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Vertientes
Desde el punto de vista temático, la poesía de Barreto muestra dos grandes vertientes. La poesía que “canta a su ciudad natal” en la época de la ocupación chilena después de la Guerra del Pacífico, en la cual se nota la influencia del romanticismo en el amor a la patria y el carácter de la poesía como la expresión del pueblo. El crítico Ricardo González Vigil advierte la influencia de los poetas Manuel José Quintana y José Joaquín de Olmedo en la reivindicación de los valores cívico-patrióticos, por lo cual, al poeta tacneño le atribuyeron el apelativo de “El cantor del cautiverio”. En la vertiente de la poesía amorosa, su sensualidad fue intensa para la época. La mujer en la poesía de Barreto no es el objeto idealizado, sino el ser de carne y hueso. En este aspecto denota la influencia del modernismo, por su exaltación sensorial y pasional. Sus poemas amorosos gozaron de gran popularidad.
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Crítica
La crítica literaria peruana expresó escasas opiniones sobre la poética de: Algo mío (1912), Aroma de mujer (1927), Poesías (1964, edición póstuma). Por un lado, se ha valorado el estilo y la profundidad de sus temas, y, por otro, ha sido más tibia la apreciación. En general, Barreto fue reconocido por su aporte a la poesía peruana, empero, la recepción varía según las perspectivas y contextos, así consta en los estudios de Ricardo González Vigil: (Poesía peruana. Siglo XX. Ediciones Copé. 1999. Tomo I. p. 73) y Carlos Alfonso Rodríguez Vilca. “Federico Barreto: hace 155 años nació el poeta del cautiverio”. La Vida & la Historia (2017).
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Ciudad cautiva
Barreto veló por la identidad peruana que sea capaz de integrar y valorar su historia y sociedad, y no solo las influencias europeas y urbanas, sino también las profundas raíces indígenas. Danilo Sánchez revalora al “Poeta del cautiverio” al reseñar: “Pidió que donde su cuerpo cayera yerto recogieran sus restos y lo enterraran en la tierra que lo vio nacer, en su Tacna querida, adorada y plena de veneración, donde pasó su infancia y juventud. Tierra que es como un oasis florido en un inmenso arenal, por donde un río valeroso que es el Caplina, ciudad de huertos, jardines y arboledas donde abundan las madreselvas y arrayanes, los ficus y las palmeras; de límpido cielo azul y habitada por gente noble y acogedora” (p. 10).
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Vigencia
Sánchez Lihon indica que Barreto “es poeta insigne, egregio y legendario. Es una leyenda viva inserta en el alma de su pueblo. Poeta esencial y de fondo; con lastre, de honda raíz”. Barreto es el poeta representativo de quienes se quedan sin patria, drama de muchas personas en el mundo contemporáneo. Leamos: “¡Oh! ¡Quien pudiera, Patria, quien pudiera / disipar las tinieblas de tu cielo / y sucumbir envuelto en tu bandera!” (p. 12). Asimismo, a muchos de sus poemas se les ha puesto música y se las canta. Hay una canción muy conocida en toda América Latina y también en España, es el vals conocido con el título de “Ódiame”, aunque su denominación original fue “Último ruego”, el cual empieza así: Ódiame por piedad, yo te lo pido / ¡Ódiame sin medida ni clemencia!/ Más vale el odio que la indiferencia/. El rencor hiere menos que el olvido/ (p. 32).