Fernando Zevallos: "El circo no pasará de moda si existe la ilusión en los niños"
Fernando Zevallos: "El circo no pasará de moda si existe la ilusión en los niños"

La magia y el color están presentes desde que se ingresa a la carpa de La Tarumba. Profesionales que rompen las reglas de la Física y de la Anatomía dejan boquiabiertos a sus espectadores, que, al margen de la edad, no pueden evitar sentirse nerviosos, ansiosos o alegres con el espectáculo “Ilusión”. Esta puesta en escena fusiona el arte teatral con el circense. Fernando Zevallos, director artístico y fundador de La Tarumba, cuenta más detalles de este impresionante espectáculo.

¿Qué diferencia a “Ilusión” de las anteriores presentaciones?

Todos los años tenemos el reto de hacer un espectáculo distinto. En esta oportunidad, estamos contando una historia con más elementos teatrales. Estamos equilibrando el circo con el teatro. Trata la historia de un niño que llega por primera vez al circo de la mano de su abuelo y queda tan fascinado con este mundo que quiere ser parte de él. Hay un personaje que se opone, pero el abuelo lo guía hasta que este niño camina solo y cuenta su propia historia.

¿Cuál es la reflexión que deja este show?

A partir de esta historia sencilla, la reflexión en cuanto a la sociedad peruana es que le demos el espacio a los jóvenes. Que estos no esperen a tener 40 años para asumir responsabilidades importantes que pueden llevarlos a una mejora sustancial como sociedad, como país. Tenemos que prepararlos con todas las condiciones que necesitan. Atornillarse en un cargo, sea público o privado, o pensar que solo por la experiencia que se tiene va a tomar buenas decisiones es el peor error que uno puede cometer. Confiemos en los jóvenes.

Max es un niños de 7 años. ¿Qué tanto de usted hay en este personaje?

Me imagino que los autores de teatro no escapan de incluir cosas personales en algunos de sus personajes. Uno está compuesto por varios personajes que en distintas situaciones uno va descubriéndose. Yo reacciono con valor y con coraje. Mi historia ha alimentado al personaje de Max y al personaje del abuelo. Desde mi niñez, he visto a estas figuras del circo: al malabarista, al trapecista, al acróbata, el que hacía cosas maravillosas con los caballos, el mago. Yo, como niño, soñaba no ser uno de ellos; yo quería ser todos. Entonces, “Ilusión” es eso; no tirar abajo los sueños de los niños. Por el contrario, a partir de alimentar sus sueños, vamos a construir sus realidades.

¿Cuál es la importancia de los circos en la actualidad?

Creo que la historia juega a favor del circo. Cuando el circo surge en la segunda mitad del siglo XVIII, era como la internet y acercaba a las personas al mundo. Con Chaplin, el circo toma un nuevo impulso. En década de los 70, la gente pensaba que estos espectáculos se estaban quedando; pero en los 80 se da una renovación. El circo se ha vuelto un producto muy escaso; la relación humana o el trabajo hecho a mano son ahora algo muy buscado. En La Tarumba, hay una mística y una conexión muy humana con el espectador. Yo creo que en un momento el circo partió como un show popular, se elitizó, volvió a ser popular y ahora, de una manera muy extraña, se ha vuelto una especie de producto único diferenciado que solo lo encuentras en determinadas partes. El circo no va a pasar de moda mientras exista la ilusión en los niños.

¿Cuáles son los elementos esenciales que todo circo, pese a la infraestructura, debería tener?

El circo nunca debe perder su condición de arte. A mí, por ejemplo, me encanta ver esas carpas chiquitas de barrio que mantienen el rigor del arte circense, cuando hay respeto y se logra crear una atmósfera, una mística y un ritual circense. Si se pierde eso, por más que tengas al mejor trapecista del mundo, no pasa nada. Si se pierde el arte, se vuelve una demostración física o deportiva.

De todas las actividades que ha realizado dentro del circo, ¿a cuál le tiene más cariño?

He disfrutado haciendo malabares, alambre -o sea, caminar sobre la cuerda floja-; he hecho monociclos, he sido payaso y todavía hago caballos. Creo que el tema de los caballos me ha enseñado más, en pensar más en el otro que en mí. Cuando hacía malabares, daba para hacer 5 o 7 clavas; pero era yo. Los caballos, en cambio, me han enseñado a dirigir.

Fernando Zevallos

Fundador de La Tarumba. De formación autodidacta. Inicia su trabajo profesional como actor y director de teatro. Ha participado en producciones de televisión y cine.