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Cuando Fiorella Pennano recibió la propuesta para encarnar a Santa Rosa de Lima, los nervios se apoderaron de ella. Tuvo que interpretar a uno de los personajes religiosos más importantes de la Iglesia católica, pero también entender la complejidad de su vida. A diferencia de Isabel Flores de Oliva, la actriz lleva su fe de forma particular, pero comparte la lucha de una mujer que se atrevió a encontrar su lugar en la Lima del siglo XVII.

Leí que te gusta mucho trabajar en la comedia, pero ahora viene una contraparte en tu trayectoria, ¿cómo realizaste este cambio para el personaje en Rosa mística? Tengo una escena, a mi parecer, divertida en la película. La cinta es bastante seria. Habla de esta fuerte solemnidad que tuvo el personaje. Narra un periodo de un personaje que sufrió mucho.

¿Qué significó para ti, como actriz, este papel? Fue intimidante desde un inicio. Antes de leer el guion, cuando Augusto Tamayo (director) me dijo de lo que se trataba, mi pregunta fue: “¿Cómo hago?”. Es un personaje que, en la vida real, tuvo una fuerza de voluntad que parece imposible que alguien pueda hacer tantas cosas a la vez. El ayuno, dormir pocas horas. Es una presencia, una fuerza. Había que trabajar eso también para construir el estado en el que ella estaba.

¿El desgaste fue más en lo mental que físico? No diría que hubo un desgaste. No creo que tener un concepto tan claro del personaje vaya a ayudar a que estés conectado con tu compañero. No me concentré en analizar o descifrar el personaje, sino en encontrar la pasión y la entrega. Las características del personaje, la entrega, obediencia, humildad, para encontrar la fuerza y seguir luchando. Fue un trabajo técnico en lo actoral.

La frase “Lo quiero todo”, ¿cómo entenderla dentro del carácter humilde? Ella estaba hablando de un todo espiritual, querer trascender y hacer comunión con Dios. Ser todo, es ser parte del universo, entender que todos somos uno solo. Vivir en un estado de amor y donde uno no se distancia, sino que se acerca más.

Esta historia se basa en la vida de Isabel Flores de Oliva, antes de ser canonizada, ¿por qué es importante conocer la vida detrás del santo? En su vida fue adorada, admirada y valorada por la gente. Logra que los padres de la Iglesia católica entiendan que es una mujer que dice lo que le sucede sin pretender nada. No quería ser una santa o celebridad, sino tener su propio espacio. También por eso le toca ser juzgada. Hasta era importante ver ese lado de una mujer que le tocó vivir una práctica espiritual fuerte.

¿Fue una práctica fuerte o extrema? La gente piensa que ella lo hacía para castigarse. En la teoría del dolor que, está comprobado, se afina la percepción de la mente. Los cilicios, la privatización del sueño o el ayuno también tienen ese efecto en nuestro cerebro. Fue un poco extremo porque ella hizo todo a la misma vez, pero no era algo fuera de la época. Muchas personas lo practicaban. Lo importante es que Santa Rosa fue una mujer que hizo lo que deseaba con su cuerpo. No siguió la ley, como tener hijos, marido o ser madre. Es algo que una mujer, hasta ahora, no puede hacer. Es importante ver cómo esta mujer tuvo el valor de hacer estos ejercicios y cruzar el umbral espiritual.

Siendo esta una lucha de una mujer en el siglo XVII, ¿cómo conectarla con la lucha se lleva en la actualidad por reivindicar los derechos de la mujer? Lo que pienso es que el personaje y la forma en el que está planteado en el cine pueden inspirar a las mujeres a tener valor de atreverse de buscar su espacio, a seguir sus sueños y no tener miedo a encontrar su camino. Es construir una fuerza interior, una fortaleza para lograr las cosas. Si uno la posee, esa conexión con uno mismo, es más difícil ser derrotado. Es un camino de fe, de saber que lo puedes lograr. Esas ideas, puestas en un personaje femenino peruano de hace 400 años, quizá pueden inspirar a las personas.

A veces a la Iglesia católica no le gusta ahondar en detalles sobre la vida de los santos, ¿te preocupan sus comentarios? No, porque mi labor es de actriz. Interpreto a un personaje que está escrito por un guionista y dirigido por un director. Mi responsabilidad con la Iglesia católica interpretando este personaje no corresponde. No intento interpretar un documento histórico, mi servicio rinde al texto de Augusto Tamayo. Espero que todas las personas, así no sean creyentes, puedan ver esta cinta como una ficción y ejercicio de arte, con el que nos acercamos a una mujer valiente de hace 400 años. Este personaje va mucho más allá de la religión. Es una santa, pero representa a la mujer peruana.