Gabriela Wiener: "Me escapé de Lima, que me ninguneó"
Gabriela Wiener: "Me escapé de Lima, que me ninguneó"

"Jamás ningún crítico literario escribe sobre mi libro. Jamás fui tratada como literatura", sostiene la destacada escritora peruana Gabriela Wiener a modo de protesta por el poco interés de las editoriales en difundir su trabajo.

Ella, en diálogo con Correo, nos habla también sobre el poliamor, el punto central de su último libro, Llamada perdida (Estruendomudo).

¿Qué cuentas en Llamada perdida?

Es mi libro más personal. Reúne relatos autobiográficos y también atraviesa el tema de género. Incluyo temas que a los 30 años ya se empiezan a notar: ciertas patologías, miedos, obsesiones, complejos. Se empieza a morir gente. Te empiezas a enfermar. Siempre he escrito sobre mí. Empecé en la crónica, en el periodismo gonzo. Me infiltro en un taller para experimentar la muerte, hablo sobre la crianza de mi hija (Lena), mi obsesión con el 11... Se llama Llamada perdida porque escribo desde afuera, desde mi autoexilio.

¿Cuáles son tus sensaciones después de volcar tus miedos en el libro?

Hay una zona de liberación en la escritura. Sin embargo, la escritura siempre es sufrimiento. Siempre es dolorosa la producción de un texto, sobre todo de no ficción. Es jodido. Hay un tema de revelarse, dar cuenta de algo muy íntimo. Eso siempre trae consecuencias, no solo para mí, sino para la gente que me rodea.

¿Cuánta distancia hay desde tu crónica sobre los swingers en Etiqueta Negra y la ahora autora de Llamada perdida?

La distancia que hay de los swingers a esta historia de a tres, es la distancia que hay de mi vida hasta ahora. Los swingers son parejas liberales, pero mantienen su vínculo de amor exclusivo. Ahí no entra nadie, se supone, aunque todo se puede romper. Esta historia de amor de a tres es más cercana al poliamor que a los swingers.

¿Crees que alguien puede amar a más de una persona?

Sin duda. El reto en realidad es convivir con más de uno. No me atrevería a dar un porcentaje, pero creo que es muy alto, sobre todo en este país, donde no solo aman a otra persona, sino que tienen dos relaciones por lo menos. La gente vive en un poliamor legal, sin salir del armario, metido en la alfombra. Esto se ha vivido desde el marco heterosexual. El hombre siempre tuvo más de una mujer; otra casa. Me uno en el deseo de visibilidad y sinceramiento de las nuevas generaciones. Toda esta realidad de invisibilidad siempre me ha desgarrado. Yo, que he sido infiel, como mi pareja y un montón de gente. Estamos en la lucha, mi pareja y yo, por integrar nuestras vidas. Siempre se falla, uno se equivoca. Me gustaría que mi familia fuera ampliada y sincera.

¿Por qué decidiste autoexiliarte?

Me siento más una migrante literaria; también podría ser una retornante. Sí, me escapé de esta ciudad, que puede joderte, ningunearte, ser mezquina. Te condiciona a hacer siempre las mismas cosas, en plan borrego. Intuía que quería algo diferente. Buscaba expresarme, comunicarme, que se escuchara mi voz. Nunca me imaginé que me iba a pasar 11 años fuera.

¿Te sientes parte de la nueva generación de escritores peruanos?

Hay un montón escribiendo, parece que sonaran los que viven fuera. Hemos necesitado que España diga: "Estos valen". Qué bueno que Ampuero, Cueto, Thays hayan dejado pasar a Jeremías Gamboa. Nuestro mundo literario es elitista. Entre las escritoras mujeres están Giovanna Pollarolo, Carmen Ollé y... Tenemos el síndrome de Blanca Varela: enorme escritora, pero silenciosa. ¡Hay que gritar!