Ramírez eleva a Laredo a la categoría de localización literaria. Ahí viven los personajes con sus costumbres, sus expresiones cotidianas, descritos en la brevedad de los argumentos.
Ramírez eleva a Laredo a la categoría de localización literaria. Ahí viven los personajes con sus costumbres, sus expresiones cotidianas, descritos en la brevedad de los argumentos.

Gerson Ramírez Ávila (Laredo, Trujillo, 1969). Licenciado en lengua y literatura por la . Publicó los libros de cuentos “Los Intrusos” (2004), “Cenaremos en Madrid” (2009, llevado al cine en 2023), “El Oráculo de Diofanto” (2012) y “Cuentos de la Campiña” (2019). Incluido en “Literatura Infantil de la libertad” (2009), “Cuento liberteño, panorama actual” (2012), “Bibliotecuento, antología de microrelatos” (2016), “Microcuentos liberteños” (2018) y “Plan Lector Popular cuentos de la Libertad (2020). Recientemente publicó “En el nombre de los días” (Editorial Bracamoros, 2023). Del 2011 al 2018 dirigió el Proyecto “A leer se ha dicho”.

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Del norte

Actualmente, uno de los mejores narradores del norte es Gerson Ramírez, quien se ha orientado más a la literatura infantil-juvenil. Revisemos sus antecedentes: “Filomeno el oso guardián” (2018), aquel oso que trabajó en un circo y fue despedido. Anduvo confundido y sin rumbo. La luna lo guía a una escuela y el director lo contrató como portero. El cuento transmite solidaridad y amistad. Asimismo, queda el mensaje que, ante los problemas, hay solución. Se transmite que los amigos ayudan fortalecer la felicidad. En cambio, en “Cuentos de la campiña” (2019), Ramírez revela las creencias populares de Laredo y anexos. Son cuentos, relatos y fábulas, con personajes vivos y muertos. Se trata de la vida cotidiana en las campiñas en un modus vivendi diferente a la población citadina. Son temas que oscilan entre bucólico y lo urbano.

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La infancia en la campiña

El título “El nombre de los días” deviene del epígrafe “aquello que no quiera marcharse será el nombre de los días”. Ramírez eleva a Laredo a la categoría de localización literaria. Ahí viven los personajes con sus costumbres, sus expresiones cotidianas, descritos en la brevedad de los argumentos. Los vecinos con sus gestos participan con los animales del ecosistema. Lo que Watanabe vierte en su excelente poesía (Laredo y familia), Ramírez bien emplea en el desarrollo de su narrativa. La infancia es recreada en anécdotas y vivencias que dan alegría, reflexión y amor propio. En la memoria de los protagonistas, laten escenas y sentimientos. Hay concentración en la observación, en la capacidad de narrar con buen ritmo de lectura. En el cuento “Condenado” (p. 17) se recrea una situación escolar en la que el sujeto-narrador admite que: “regresé a casa. Iba solo pero sereno. Ese día comprendí lo que significaba ser un condenado”. Son temas que no solo denotan, sino también que evocan.

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Animales personajes

En el cuento “Prisionero” (p. 11), se narra de la largartija que se encontraba descansando al pie de un viejo espino. La libera el niño, aunque al llegar a casa siente la protesta de los perros. En el texto “Canario” (p. 23) las historias entrecruzan a hermanas que pierden un canario y el botellero se aprovecha. En “Una Oveja” (p. 38) la pastora recupera su oveja que fue raptada, al escuchar su balido. En “Silencio, caballo” (p. 57) trata del viejo que opera al caballo y sospecha que no le vendrá la mansedumbre. En “Dos bocas” (p. 77) es irónico que, ante el entierro de un gato con dos bocas, el abuelo ironiza con las dos lenguas, una para los diarios trajines y otras para comunicar las cosas mundanas.

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Infancia dolida

Este libro muestra la condición social y económica de los niños personajes, de los valles costaneros antes centros de producción de las haciendas, del modelo cooperativo y, ahora, bajo la empresa privada. En “Otros caminos” (p. 12), el personaje niño pide agua a una señora que resulta ser su madre; él vive con su abuela, por la separación de sus padres. En “Lustrabotas” (p. 20) nos conmueve ver cómo dos niños siendo de clases diferentes intercambian roles en el oficio de lustrar. El final es inesperado: no vuelven a verse. En cambio, en “Agua que no has de beber” (p. 56) narra de la vecina Hortensia que maltrata al niño por cuanto derramaba agua ante sus ojos. Lo hacía trapear. Se debe meditar ante el “Primer Odio” (p. 65) el personaje niño, quien con sus amigos Samuel y David cometieron la travesura de jugar con el pan y recibieron una paliza en las manos. Así reconoció el odio a los once años.

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Adultos

Se trata de historias con personajes mayores de edad y con temas de adultos. De esta manera nos enteramos de la abstinencia que se rompe en “Beber” (p. 27). En donde se empeña las herramientas de un carpintero “Gajes de oficio” (p. 35), y cómo se evita un conflicto con arma blanca en “Sosiego” (p. 75). El cuento “Un billete naranja” (p. 25) trae a tiempo real el episodio de dos hermanos que, luego de disputar un billete, entienden el verdadero valor de las cosas: “Ya no era el niño lloroso de la noche anterior. Me miró a los ojos con plena algarabía porque yo había venido a buscarlo (…) Han pasado treinta años y aún conservo el billete naranja entre las páginas de ese libro”.

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Conclusión

Libro de gran impacto por la estilística narrativa del autor. Nivel creativo con realidad e identidad. El autor perfila a niños del pueblo agrario con mensajes sociales, reflexivos y de superación. Se constata la extraordinaria capacidad de actualizar la infancia en cada lector. A leer se ha dicho.

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