La historia de resistencia de la peruana Magdalena Truel en la Segunda Guerra Mundial tenía que ser contada, de eso estaba convencido Hugo Coya, cuando hace diez años empezó a hurgar en las memorias perdidas de una mujer que enfrentó tiempos oscuros, con las únicas armas de la solidaridad y valentía.
Tras años de intenso trabajo de investigación, documentación y entrevistas, el renombrado escritor y periodista nos entrega “La heroína silenciosa” (Tusquets Editores), su más ambiciosa novela histórica, que cuenta cómo una mujer aparentemente frágil salvó de la muerte a cientos de inocentes de la barbarie nazi.
“No ha sido tan fácil todo el proceso”, nos dice Coya. Primero, debía entrevistar a los familiares de una persona que vivió hace más de 100 años, en segundo lugar, no había mucha información sobre su vida porque los que estaban en la Resistencia no usaban su verdadero nombre para evitar algún tipo de represalia de los nazis. Tuve la suerte, gracias al apoyo del gobierno francés, de acceder a su expediente que respalda lo que yo narro en la novela”, dice Coya.
¿Qué es lo que encontraste?
Los testimonios de los sobrevivientes, toda esta parte del campo de concentración, de lo que vivió, de cómo actuaba, qué hacía. Me sirvieron mucho los testimonios escritos, de esas personas que después que acabó la guerra, y que habían sido compañeros de Magdalena, pedían que tras haber salvado a tanta gente, fraguando pasaportes y otros documentos con los que cientos de personas lograron escapar de la muerte, debía ser sepultada en Francia o si es posible en el Perú, donde nació.
¿Por qué es tan importante que en estos tiempos de odio se cuente la historia de una mujer como ella?
Porque en esta época donde el individualismo, la falta de solidaridad, la falta de respeto hacia los demás, donde prevalecen los extremismos, debemos mostrar y sentirnos orgullosos y tomar como ejemplo a gente como ella. Contra todas las adversidades, una persona discapacitada, una mujer que además pudo optar por tomar su pasaporte y regresar al Perú para vivir tranquilamente, decidió pensar en los demás.
Parecería que hoy personajes como Magdalena Truel están en extinción.
Yo estoy seguro de que hay muchas Magdalenas más en el mundo, y que en la historia peruana existen muchas que nosotros no conocemos. Nosotros hemos conocido la Segunda Guerra Mundial como un conflicto ajeno, europeo, en el colegio, las universidades, lo enseñan como un momento determinado de la historia. Pero, en un momento tan dramático para la historia de la humanidad, hubo una peruana que dijo: “No, yo no voy a ser parte del rebaño, voy a hacer algo para ayudar a la gente que lo necesita”.

Algunos asocian a la novela histórica como una narración densa y especializada, pero “La heroína silenciosa” no es así.
Yo siempre he dicho que se pueden decir cosas muy profundas con palabras muy simples. Yo creo que también lo que tienes que hacer es renunciar a tu ego, no afrontar el proceso creativo presumiendo que eres un intelectual que conoce mucho, que sabe del tema y vas a sorprender con tu sapiencia utilizando palabras que no se usan diariamente y que obligan a las personas a ir al diccionario.
¿Seguirás hurgando en la historia para encontrar personajes apasionantes?
No me he planteado cuál será mi próximo proyecto, tengo algunas ideas por ahí, hay algunas cosas que me han presentado, algunos descubrimientos. ¿Sabes? Si no fuera periodista hubiera sido historiador, me fascina la historia.
Muchas veces revisando la historia encuentras la respuesta a hechos que están sucediendo hoy.
Yo creo que la historia explica muchas situaciones que estamos viviendo, la historia, se ha dicho muchas veces, es cíclica, se repite con diferentes circunstancias, pero al final es la misma. No soy historiador, tampoco pretendo serlo. Creo que desde el periodismo y la literatura uno puede aportar contando hechos que han sucedido hace 80 o 90 años.
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