Pero el romanticismo de la Navidad no se manifiesta puro, sino que desembocó en el modernismo por el apego al canto sonoro, tierno, decorativo y ornamental.
Pero el romanticismo de la Navidad no se manifiesta puro, sino que desembocó en el modernismo por el apego al canto sonoro, tierno, decorativo y ornamental.

La es un tema que ha merecido la atención de varios escritores peruanos, quienes han plasmado su inspiración en determinados textos alusivos, aunque casi no se conocen libros autónomos dedicados a exaltar el trascendental acontecimiento. La excepciones constituyen el volumen “Fablillas del pesebre”, de la notable huaracina poetisa Rosa Cerna Guardia, quien combina y matiza sus narraciones con hermosos poemas de la fina y sensitiva Esther M. Allison.

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En este contexto adquiere especial valor una singular y excepcional antología prácticamente desconocida en el panorama nacional: “Navidad en la literatura peruana”, con selección y prólogo del ensayista y crítico Alberto Tauro, publicado por Editorial Huascarán. Aunque lamentablemente no se consigna el año de publicación, se supone que debió ser a mediados del siglo pasado, o antes; por eso llama la atención la ausencia de escritores en quienes la Navidad mereció una especial atención. Tales son los casos de los liberteños Ciro Alegría y Luis Valle Goicochea, así como del contumacino Mario Florián, e incluso de Orfelinda Herrera de Angeles, afincada en Ica.

Precisamente, el autor de esta antología explica el sentido de su selección: “Remontando el afecto y la fantasía hacia los íntimos temblores que suscitara la bíblica escena de Belén, los escritores desentrañan su complejo simbolismo, y toman de ella la levadura ética y artística, la emoción y la promesa”.

EL ROMANTICISMO

Según el tema y naturaleza del referente inspirador, la Navidad es una manifestación literaria del romanticismo por el predominio de los elementos representativos: el apego a la naturaleza fecunda, sencilla y pródiga; la aldea, el pueblo y el campo; las condiciones de vida traspasadas de elementos agrarios y campesinos; la presencia de animales propios de la aldea: el asno, todo mansedumbre y paciencia; el buey, reposado y tranquilo; la oveja, siempre cariñosa e infaltable en el redil; el gallo, despertador de la madrugada y de las faenas cotidianas; el aposento y los muebles en su pletórica sencillez.

La filosofía es también romántica, pues el Cristianismo apareció como la religión del pueblo, sustentado en la sencillez de la vida, como reacción sentimental que eleva a las personas hacia la divinidad.

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MODERNISMO Y TRADICIÓN

Pero el romanticismo de la Navidad no se manifiesta puro, sino que desembocó en el modernismo por el apego al canto sonoro, tierno, decorativo y ornamental; es decir, no el verbo escabroso y tremendo, sino placidez, música y leve nostalgia, como en Abraham Valdelomar.

Por otro lado, la celebración del acontecimiento también participa de las características de la tradición como género literario, en el que convergen el carácter colectivo, la repetición de hechos y escenas a través del tiempo y la identificación de la comunidad cristiana, esencialmente católica.

POESÍA

La antología de Alberto Tauro incluye textos poéticos, narrativos, ensayísticos, tradiciones y epístola. En el primer género, se empieza con el “Coloquio a la natividad del Señor”, por Josefa Francisca de Azaña y Llano (natural de Abancay – 1696– y fallecida en Cajamarca, en 1798), quien profesó en la vida religiosa con el nombre de Sor Juana María, de las monjas capuchinas. Después aparecen las creaciones poéticas: “El nacimiento del Salvador” (Mariano José Sanz), “Rondas pascuales” (Percy Gibson), el clásico e imprescindible “El hermano ausente en la cena pascual” (Abraham Valdelomar), “Cuento de Navidad” (José Santos Chocano) y otro texto con el mismo título (Enrique Carrillo). También registramos los poemas “El nombre de Navidad”, por Leonidas Yerovi. y “Navidad”, de Martín Adán.

En ensayo se incluye el texto “Divagación de Navidad”, de José Carlos Mariátegui

En el evocador género de las tradiciones los textos incluidos son “El nacimiento”, de Abraham Valdelomar; “La suerte de los juguetes”, de Angélica Palma; “El dios niño”, por Enrique Bustamante y Ballivián; “El mes de diciembre en la antigua Lima”, por Ricardo Palma; y “La navidad limeña”, de José Gálvez.

Por último, perteneciente al género epistolar, aparece otro texto de Abraham Valdelomar, uno de los autores peruanos más atraídos por el singular y trascendental tema: “Carta pascual”.

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ORÍGENES DE LA NAVIDAD EN EL PERÚ

Sobre los orígenes de la celebración de la Navidad en el Perú, José Gálvez comenta: “Puede afirmarse que desde que llegaron los españoles al Perú se inició el culto de la Navidad. Apenas fundada Lima, se alzaron en el mes de diciembre de 1535 los altarcitos para adorar el sagrado misterio del Nacimiento del Señor. También, con ocasión del concilio que presidió Santo Toribio de Mogrovejo, se señalan las fiestas de guardar para indios y españoles, y entre ellas están consideradas la Navidad y la Epifanía. Dato interesante es el que nos muestra que ya desde 1582 se prohibía a las mujeres que fuesen a las procesiones y ceremonias religiosas con los rostros cubiertos.

DIFERENTE CELEBRACIÓN EN PERÚ Y EUROPA

José Carlos Mariátegui, después de explicar los estilos diferentes de celebración entre nosotros, los peruanos, y los países europeos, concluye su pensamiento con estas líneas: “Algo de nieve y algo de frío, en estos días de diciembre, harían de nosotros unos hombres un poco sentimentales, un poco más sensibles a la noción del hogar y de la familia y al encanto cándido de los villancicos, pero también un poco de mejores y, tal vez, más felices”.

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INVASIÓN DE HEREJES

Y como anunciando lo que sería la sociedad en la época actual, en su sentida, meditada y emotiva Carta, Valdelomar se dirige a Jesús: “Las cosas, hablando en oro, están muy mal desde que te fuiste. A los hombres, que antes iban hasta el crimen para defenderte, ya no les importa de ti. Aquí, en esta ciudad donde inquisidores crueles quemaran herejes, ya no hay inquisidores y, como consecuencia, los herejes han invadido todos los caminos. Son ahora escritores, frailes, médicos, políticos, poetas, rufianes, apóstoles y jóvenes serios”.

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