Con la serie de cuentos “Batalla de Felipe en la casa de palomas”,  Eduardo González Viaña obtiene el premio nacional de fomento a la cultura “Ricardo Palma”.
Con la serie de cuentos “Batalla de Felipe en la casa de palomas”, Eduardo González Viaña obtiene el premio nacional de fomento a la cultura “Ricardo Palma”.

Los organizadores de la , cuyo número en verdad no sigue una secuencia ordenada ni rigurosa, esta vez han acordado realizarla bajo la advocación del notable novelista liberteño Eduardo González Viaña, uno de los escritores más fecundos de la novela peruana contemporánea. Lo que sigue es, entonces, una fraterna adhesión a quien se mantiene leal a su trascendente oficio, con lo cual enriquece al máximo el patrimonio de la literatura peruana contemporánea.

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Por noble gesto del autor, he tenido la ocasión de presentar por lo menos tres de sus libros, dentro del conjunto de una fecunda producción que nos enorgullece y exalta.

LA ALBORADA

Estamos a comienzos de la década del 40. La conflagración de la Segunda Guerra Mundial va sembrando desolación y muerte en Europa. El Perú y Sudamérica, en realidad, perciben aletazos, relumbrones y destellos de la conflagración humana. En ese contexto, Chepén es un distrito calmo y quieto de la provincia de Pacasmayo. El paisaje tiende su manto con el verdor de los sembríos de arroz y enarbola el cielo con la blancura de palomas y pardelas, al influjo de las venturosas y fecundas aguas del Jequetepeque.

En ese edén del arrozal nace Eduardo, hijo de Eduardo González León, brillante abogado y magnífico lector, y de doña Mercedes Viaña Hora. Es el segundo de tres hermanos, completado con Mercedes y Pilar. En estas líneas traza el lugar de su nacimiento: “Nací a los pies de un cerro, en un pueblo del norte del Perú. Dicen que nací de pie. Era uno de esos días en que el fulgor de la constelación del Escorpión incendia los cielos del sur, y en el momento en que nacía, las campanas de la iglesia cercana llamaban al pueblo a rezar el Ángelus”. (La dichosa memoria).

Transcurre su niñez y adolescencia en la capital de la provincia, el bullente y activo puerto de Pacasmayo, todos los días animado por el ir y venir del tren que recorre entre Pacasmayo y Chilete. La visión del puerto se impregna en las retinas del pequeño Eduardo, hasta tornarse inseparable en su vida y en su literatura: “Existe Pacasmayo. Sí, de todas maneras, Pacasmayo existe. Lo sé porque me lo dicen mis recuerdos y porque ciertas tardes frente al mar de Oregon, que también es el Océano Pacífico, me ha dicho: Se supone que este es el mismo mar pero no es el mismo. Se supone que este es el mismo sol pero no es igual. El sol de Pacasmayo da vueltas en torno a la tierra y no al revés, porque esta tierra es mágica y porque aquí vuelven a nacer todos los sueños”. (Correo de Salen).

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EN LA UNT

Concluida la secundaria, Eduardo se vino a Trujillo, cuya universidad nacional es la única en todo el vasto norte. Por esos días, ser estudiante universitario era signo de distinción y privilegio social y cultural; mucho más, desde luego, era ser catedrático. La selección de ingresantes era rigurosa, selectiva, agónica, triunfante, épica. Eduardo ingresa para estudiar abogacía, como su padre. Mientras tanto, en el frente externo, al influjo del comunismo chino y soviético, la revolución cubana propaga su mensaje socialista por América Latina, llega al Perú y se pasea por Trujillo en la prédica e ilusiones de los jóvenes intelectuales de la época: Luis de la Puente Uceda, Gonzalo Fernández Gasco, Wálter Palacios Vinces… El Che Guevara es un ícono refulgente. La literatura europea y latinoamericana llegan en ediciones Tor, de Buenos Aires y la revista “Peneca” para niños y jóvenes. En el Perú adquiere presencia tangible en la serie popular “Populibros Peruanos”, alentada por Manuel Scorza. Es la atmósfera en que se esboza el camino literario de González Viaña. Específicamente hay un año decisivo: 1964, en que Eduardo publica “Los peces muertos”, sobre reminiscencias infantiles y el trasfondo marino de Pacasmayo. Por esos días se integra al naciente Grupo “Trilce”.

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EN LOS ALBORES DEL REALISMO MÁGICO

“Los peces muertos” contiene en embrión las líneas matrices de buen sector de su narrativa posterior: el realismo mágico. Ese libro inicial, primer paso de una larga, ascendente y vasta trayectoria nace aureolado por el estimulante prólogo de Javier Sologuren, pues “nos permite asomarnos al apasionante misterio de la revelación de seres, cosas y sucesos de la primera edad y en esta revelación, el consecuente descubrimiento de su inagotable fluido”.

A fines de los años 60 y en la primera mitad de la década del 70 se instaura el autodenominado Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, según se afirmaba, con una posición equidistante del capitalismo y del socialismo, pero de inspiración nacionalista y populista. En 1970, por primera vez llega una tripulación aeroespacial a la luna; pero también se produce el cataclismo sísmico que barre ciudades y pueblos de Áncash y La Libertad. En ese contexto, González Viaña publica la serie de cuentos de “Batalla de Felipe en la casa de palomas”, que confirma su vocación y talento narrativo con la obtención del Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Ricardo Palma”.

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INCURSIÓN EN LA NOVELA

En 1973, el gobierno de Juan Velasco Alvarado auspicia la serie “Biblioteca Peruana”. También ese año marca la incursión de González Viaña en la novela, con “Identificación de David”, que le merece el Premio bienal de la Editorial Universo.

En la segunda mitad de la década del 70, en el contexto del cambio de rumbo del gobierno, se consolida la producción novelista del autor. Entonces, se suceden: “El tiempo del amor”, “¡Habla Sampedro: llama a los brujos!” (1979) y “Sarita Colonia viene volando” (1990). Pocos años después inaugura el tema de la migración latinoamericana hacia Norteamérica con “Las sombras y las mujeres” (1996). Casi al terminar el siglo aparecen “Correo de Salen” (1998) y “Correo del milenio” (1999), que estrictamente no fueron pensados como libros, sino que fueron el resultado de artículos y epístolas en torno al sistema y condiciones de v ida norteamericanos.

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LIBROS DEL NUEVO SIGLO

En lo que va de transcurrido el nuevo siglo, Eduardo ha publicado, entre otros: “Los sueños de América” (2000), “La dichosa memoria” (2004), “El corrido de Dante” (2007), hasta que llegamos a los días actuales con la vasta y lírica recreación de nuestro eximio novelista indigenista: “Kachkaniraqmi Arguedas” (2023).

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