La escritora trujillana María Pía Cueva Preciado ha escrito LA TRITURACIÓN, su primer libro de cuentos. La génesis del libro no se ha dado de forma repentina, pues la idea de trabajar con un tópico surrealista que metamorfosea las escenas cotidianas de la vida familiar y las denuncia es algo que esta autora ha venido trabajando. Ya antes la misma María Pía Cueva Preciado señalaba que desde muy pequeña deseaba escribir las historias que leía fervorosamente; expresar sus pensamientos y cuestionar la realidad y lo establecido. Algunos relatos suyos como MONÓLOGA y EL BRAZO habían aparecido en publicaciones colectivas y ya mostraban la atmósfera narrativa que ahora Cueva Preciado hace realidad en esta propuesta estética literaria.
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LA TRITURACIÓN es un libro conformado por nueve cuentos. Las primeras ocho historias están muy ligadas a la ficción, mientras que la última plantea un juego autoficcional con el lector; no hay una declaración explícita que haga referencia a un pacto de verdad autobiográfica, pero sí hay elementos textuales que nos acercan a lo testimonial. Los relatos de María Pía Cueva Preciado presentan escenarios que sobrepasan lo real; sin embargo, no se alejan de lo cotidiano. Lo monstruoso irrumpe en el mismo hogar para develarnos que aquellas escenas tan idealizadas como la lactancia materna pueden llegar a ser cárceles asfixiantes. En LA TRITURACIÓN, la influencia de Elena Ferrante es notoria; no solo porque la misma autora ha reconocido su predilección por la escritora italiana, sino también porque el título proviene de una novela suya: La hija oscura. Ahora bien, la presencia de Ferrante no es la única en el libro; percibo, además, las voces de autoras como Amparo Dávila y Leonora Carrington. Con sus necesarias diferencias, ambas logran que las escenas simples y cotidianas adquieran tintes monstruosos e impensados.
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Lo monstruoso de la vida familiar
La narrativa de María Pía Cueva Preciado plantea escenarios en los que la vida simple y cotidiana del hogar adquiere dimensiones grotescas. Los personajes de sus historias son aquellos con los que convivimos en casa y llamamos familia; seres que de un momento a otro nos revelan su monstruosidad. Ellos no sufren una metamorfosis que desdibuja su humanidad y deja a la intemperie lo ominoso; lo siniestro ya habita en cada uno de ellos. El primer cuento del libro, Denuncia, es un claro ejemplo de esto último. Al inicio del relato, todo parece indicar que estamos frente a una historia que pretende denunciar las irregularidades del sistema y, sobre todo, la violencia familiar que se vive en el día a día; sin embargo, de forma repentina aparece este mecanismo surrealista que nos perturba y hace que el lado monstruoso de la maternidad aparezca. En su ensayo titulado Sobre el Mal, Terry Eagleton señala que como los niños no forman del todo parte del juego social, pueden ser vistos como seres inocentes; pero justamente, por esa misma razón, también pueden ser considerados engendros de Satanás. Esta aparente dualidad es la que presenta María Pía Cueva Preciado en Denuncia. Al final, es la figura siniestra la que termina imponiéndose.
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En Yo solo quiero dormir, otro de los cuentos de LA TRITURACIÓN, también se acentúa la problemática de la maternidad asfixiante y, sobre todo, la reflexión sobre los sentimientos y las emociones que la mujer debe dejar a un lado para cumplir con su rol materno. Bell Hooks señalaba que cualquier mujer que quiera aprender el arte de amar puede comenzar por el lugar donde está, es decir, amándose a sí misma. La protagonista de Yo solo quiero dormir ni siquiera tiene tiempo de cobijar estas ideas en la medida en que su labor de madre y la labor doméstica la agobia constantemente y hace del hogar su encierro. Ella encuentra en el sueño un espacio de libertad y descanso que,sin embargo, dura muy poco, pues el ángel de la casa siempre la llama a pesar de que ella solo quiere dormir.
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El cuerpo de la madre
En su ensayo Madres: la crueldad y el amor, la escritora inglesa Jaqueline Rose menciona que en la visión de Elena Ferrante el mundo conspira para ocultar el cuerpo de las madres. Desde mi perspectiva, considero que la narrativa de María Pía Cueva Preciado muestra el cuerpo de las madres tal cual, sin miramientos; con sus respectivas soledades y deseos; con sus cárceles y sus breves espacios de libertad. No es casualidad que gran parte de los cuentos estén escritos en primera persona y evidencien la compleja dinámica emocional que solo una madre es capaz de entender y que los demás lectores necesariamente debemos cuestionar. No debemos esperar que una alarma nos devuelva a la realidad.
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