Katya Adaui se considera muy habladora, pero asegura que es imprescindible callar para escuchar y crear vínculos en situaciones como, por ejemplo, los diálogos que tienen cada uno de los personajes de “Un nombre para tu isla”, bajo el sello editorial Páginas de Espuma, en donde invita al lector a reflexionar sobre cómo nombrar la sensación que sentirá en la lectura de cada una de las páginas de la última publicación de la también autora de novelas y cuentos para niños.
“Siempre importa el vínculo con los demás. Y pasa por callarnos la boca y por escuchar. En ese sentido para mí el diálogo con el otro siempre pasa más por escuchar que por hablar. Te lo dice alguien que habla mucho. Entonces, todo el tiempo me tengo que llamar al silencio para escuchar lo que el otro me tiene que decir, y aprender a escuchar toda una vida porque uno siempre tiene las historias en la cabeza, que quieren tentarse a salir primero”, comenta Katya a Correo.
En este último libro tienes una forma muy peculiar de narrar las historias...
En el primer cuento “Tripulación, puertas en manual, cross check”, yo quería trabajar con el falso narrador. Una trampa para quien lee porque en un momento viene muy seguro leyendo y luego se da cuenta que hay una distorsión nuclear que lleva la historia a otro lado.
En el primer cuento hay una sensación de querer ayudar a los demás a escapar o salvarse de algo...
Me gusta ver las salidas de emergencia. Me gusta saber por dónde podemos escapar y por dónde puedo ayudar yo a escapar también a la gente. Cuando estamos atrapados en un sitio o en un vínculo la primera fuga es mental. Saber que te puedes ir de un trabajo o persona que te maltrata es saber que te puedes ir.
Tus personajes saben eso...
Hay un tango argentino que dice ‘primero hay que saber partir’. Mis personajes saben eso muy bien, están listos para ver por dónde irse, pero es una fuga que siempre comienza primero en sus cabezas.
¿Cuál es el propósito del nombre del libro?
La idea del título me vino en un medio acuático, en la ducha. Y me encantaba porque me parecía que somos personas profundamente gregarias, pero a la vez necesitamos soledad. Y cuando estamos solas, mucha gente que no tiene una vida interior no sabe qué hacer con el tiempo. Es una invitación para quien lee a sentirse interpelado desde el arranque. Y de hecho ha funcionado bastante bien.

¿Funciona de la misma forma con la lectura desde la tecnología?
El libro no creo que muera nunca (...) es un tesoro que ha evolucionado muy poco en el tiempo, sigue siendo una tapa cosida a un papel. De otro lado, ya se ha comprobado científicamente que leer un libro en formato físico te permite retener la historia, aprender y hace que vuelva chispeante en algún otro momento algún pasaje que has leído. [Mientras que], el formato digital hace avanzar muy rápido todo y no puedes retener. Yo que leo en ambos me doy cuenta de que recuerdo mucho más algún paraje de un libro escrito.
En cuanto a los formatos literarios, tú que escribes novela, cuentos y libros para niños ¿prefieres alguno más que otro?
Yo creo que como escritora me pienso escritora. Yo escribo lo que me surja. He escrito para televisión, radio, cine, periódico y revista. O sea, yo escribo en lo que hay [para escribir]. Entonces, no me preocupa el género, me preocupa que esté bien escrito. Esa es mi preocupación.
¿Y qué es escribir bien?
Hay público para todo y leer es leer, ¿no? Entonces, cada quien lee lo que quiere, como puede y lo que puede. Pero para mí escribir bien es primero respetar a tu lector, a tu lectora que siempre es una persona desconocida con quien uno intenta hacer un vínculo, tocarle la puerta y que te abra. Entonces, escribir bien es permitirte el aprendizaje continuo, (...) confiar en que lo que uno lee o vive va a sedimentar en forma de una experiencia capaz de ser narrable, es decir, capaz de conmover al otro.
SOBRE LA AUTORA
Katya Adaui, escritora
Cursó la maestría de Escritura Creativa en la Universidad de Tres de Febrero, de Argentina. Vive en Buenos Aires y enseña en la carrera Artes de la Escritura de la Universidad Nacional de las Artes.
1977 nace la escritora en Lima, Perú.
2023 Premio Nacional de Literatura con “Geografía en la oscuridad”.
2024 finalista en Premio Rivera del Duero con “Un nombre para tu isla”.
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