Reino de Almagro demuestra que la palabra puede ser memoria viva y horizonte. Su labor es un compromiso con la memoria, la identidad y la democratización de la cultura escrita.
Reino de Almagro demuestra que la palabra puede ser memoria viva y horizonte. Su labor es un compromiso con la memoria, la identidad y la democratización de la cultura escrita.

En un contexto educativo y cultural precario, como el nuestro, los proyectos editoriales independientes son vitales. Rescatan y devuelven a circulación materiales de lectura relegados por el tiempo, y restituyen su voz, su historia y su capacidad de inspirar a nuevas generaciones. Trabajando desde la cercanía con los lectores y sus realidades, estas editoriales tejen puentes emocionales y culturales entre pasado y presente.

Revitalizan el valor de autores locales, recuperan relatos que hablan en la lengua del barrio o la comunidad y logran que niños, jóvenes y adultos se reconozcan en las páginas. En un mundo editorial regido por criterios de mercado, estos esfuerzos iluminan las oportunidades de lectura, recordándonos que esta es un derecho y una forma de preservar la identidad y el sentido de pertenencia.

Reino de Almagro

Este es el caso de Reino de Almagro, un proyecto editorial que emergió en Trujillo y que está logrando un alcance nacional e internacional. Luis Paliza, su perseverante director, ha optado no solo por la calidad de sus publicaciones, sino también por tender puentes entre los géneros literarios. Para él, limitarse a un único género es perderse un universo de experiencias y perspectivas. Por ello, recomienda alternar entre las lecturas contemporáneas y las clásicas, propiciando así un diálogo fecundo entre lo nuevo y lo atemporal.

Sin embargo, esta amplitud no oculta su afinidad por los temas históricos, políticos y por el rescate editorial. Para Paliza, recuperar títulos descatalogados es mucho más que un acto editorial: es un rescate cultural. Cada libro —desde su autor hasta su proceso de edición e impresión— forma parte de una historia que merece ser contada. Actualmente, trabaja en un ambicioso proyecto para reconstruir la historia del libro y la edición en Trujillo, indagando cómo y qué se leía, y cuáles fueron los espacios de socialización en torno a la lectura.

Historia y catálogo

Su formación como historiador ha sido la brújula de Reino de Almagro, que nació con la intención de rescatar textos sobre Trujillo y que, con el tiempo, se expandió a nuevos ensayos, gracias a la confianza de destacados intelectuales. Paliza reconoce que esta libertad le ha permitido ser selectivo, manteniendo una propuesta editorial coherente y rigurosa, ajena a las modas pasajeras o a los intereses meramente comerciales.

¿Y cómo surge el nombre Reino de Almagro? Luis nos dice que este nombre conjuga referencias históricas (como el Reino de Chimor) con evocaciones literarias (como el escenario de la novela Lázaro de Ciro Alegría) y la editorial Reino de Redonda, de Javier Marías, especializada también en rescates literarios.

Y su catálogo da cuenta de esta doble vocación: rescatar y proponer. A la fecha, ha publicado obras como La fundación de Trujillo de Raúl Porras Barrenechea, Cuentos de Trujillo de Nilo Gutiérrez o Lázaro de Ciro Alegría, junto a ensayos históricos como Cinco días en Moscú o Para qué aprender historia en el Perú. Para Paliza, la buena acogida de estos títulos responde a una demanda latente y a la fuerza de su lema: “editar es investigar”.

Proyecciones

Entre los próximos proyectos figuran la publicación de Las viejas calles de Trujillo e Historia mínima de Trujillo, así como un concurso de ensayos en La Libertad. La noción de “libro-recorrido” refleja su convicción de que el libro debe vivirse y circular más allá de las librerías, integrándose activamente a la memoria colectiva.

Paliza concibe la publicación como parte de una misión mayor: formar un público lector sólido y consciente. Aspira a que todos los actores del ecosistema del libro asuman la tarea de fomentar este hábito, convencido de que sin lectores comprometidos cualquier proyecto cultural corre el riesgo de extinguirse.

Pero el logro de esta misión y de sus aspiraciones no es una tarea sencilla. El rescate de obras supone retos logísticos y legales, como la localización de herederos. Aunque este proceso a veces resulta arduo, asegura que cuando las familias comprenden el sentido y el valor de la iniciativa, la colaboración fluye.

Más que un proyecto editorial

Por último, Paliza reflexiona sobre el acceso a los libros. Aunque procura precios asequibles y promociones atractivas, reconoce que llegar a un público más amplio sigue siendo una meta pendiente para muchas editoriales independientes. Iniciativas como Exlibris Truxillo, junto con actividades en bibliotecas y universidades, forman parte de su estrategia para ampliar el alcance y llevar la lectura allí donde más se necesita.

En un país donde el libro lucha por sobrevivir, Reino de Almagro demuestra que la palabra impresa puede ser memoria viva y horizonte. Su catálogo, las próximas publicaciones y el anuncio de un concurso de ensayos, son pruebas fehacientes de que aún es posible tender puentes entre nuestra historia y el futuro que queremos construir. Su labor es un compromiso con la memoria, la identidad y la democratización de la cultura escrita. Por ello, merece no solo nuestro reconocimiento, sino también nuestro apoyo decidido. ¡Avanti!

LE PUEDE INTERESAR