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En la cumbre de la danza clásica, El lado de los cisnes es una obra que se ha montado en innumerables oportunidades desde 1877. De aquella historia que se contó en el Teatro Bolshói de Rusia hoy existen diferentes desenlaces, pero que mantienen el mismo mensaje. La lucha entre la inocencia y la maldad revaloriza esta obra, que retorna a Lima con la interpretación del Ballet Estatal de San Petersburgo.

“El cisne blanco es la alegoría máxima de la pureza, nuestro ideal de belleza y bondad, al que todos en algún momento anhelamos llegar a ser o conocer. El cisne negro representa la envidia y el egoísmo, el sabotaje, quizá de uno mismo”, explica Konstantin Rassadin, director artístico del ballet.

La puesta en escena es también una reflexión de nuestros propios deseos. De la necesidad que impera en lograrlos, pese a que ello signifique una traición a nuestros ideales. “El deseo de querer conquistar, obtener y luchar por aquello que queremos también nos absorbe y obnubila hasta cierto punto. Alguna vez nos hace convertirnos, o querer convertirnos, en otra persona, y finalmente nos aleja de nosotros mismos, de nuestra verdadera identidad”, sostiene el Artista Emérito de Rusia y ex primer solista del famoso Ballet Mariinsky sobre el carácter universal del montaje.

“En algún sentido podemos identificarnos dentro de la obra, que nos toca en lo profundo. Quizá no de manera consciente, pero sí de manera real, sensitiva, espontánea y sincera”, añadió.

TRAMA. Bajo el velo de la noche, el príncipe Sigfried verá emerger a un hermoso cisne. En su camino hasta salir del lago, esta criatura tomará forma humana, la de Odette, una hermosa joven que vive bajo el hechizo de un brujo. No hubo palabras entre ambos, pero tampoco fueron necesarias para confesar sus sentimientos. Pese al deseo que impera entre los dos, el hechicero buscará evitar su unión suplantando a la joven con su hija.

“Al comienzo fue complicado encontrar bailarines que a su vez fueran patinadores, y patinadores que entiendan de ballet y que aprendan a interpretar sobre las cuchillas de hielo”, comenta Rassadin sobre los retos que significó el montaje para la compañía, que tiene más de cincuenta años de trayectoria.