Orlando Mazeyra: “Escribir es disparar contra el olvido”. Foto: Cortesía de Gabriela Zamata
Orlando Mazeyra: “Escribir es disparar contra el olvido”. Foto: Cortesía de Gabriela Zamata

La pandemia del coronavirus ha tocado desde lo cotidiano hasta lo más hondo de nuestras vidas. Hemos perdido amigos, hermanos, padres, muchas veces la esperanza, pero seguimos manteniendo la terquedad y las ganas de vivir. En este campo se mueven los relatos de “Inmunidad de rebaño” (Aletheya, 2021), el libro del escritor peruano Orlando Mazeyra.

Me parece que este es tu libro más conmovedor. ¿De dónde han nacido estos relatos? ¿De la pérdida, el amor, el miedo, la ira?

De todo lo que mencionas y, por supuesto, de la incertidumbre sobre lo que nos espera a raíz del COVID-19. Nunca, como desde el inicio de la pandemia, he sentido tan presente a la muerte en cada actividad cotidiana, sobre todo si había que salir de casa. Además, perdí a muchos seres queridos: si resulta siendo mi libro más conmovedor es por las circunstancias que nos afectan a todos. El libro es una invitación a valorar más la vida, el día a día… a veces nos olvidamos de vivir y de decir “te quiero”.

Corriste el riesgo de escribir sobre un tema que todavía está presente y ha agotado a la mayoría, por no decir a todos...

Sin duda la pandemia nos ha agotado. Sin embargo, no escribo pensando en si un libro será comercial o no, tampoco por moda. La pandemia y sus estragos se me impusieron y no me interesó para nada esperar a que esto acabe. Por cierto, ¿alguien sabe cuándo rayos acabará? Creo que no. Por otro lado, siempre suelo escribir al calor, en medio de una gran exaltación. Puede ser un defecto, no lo sé. Dejo que los lectores tengan la última palabra.

¿Cambió tu forma de afrontar la cotidianidad al momento de escribir en este contexto?

Me tuve que acostumbrar a trabajar desde casa. Tengo ese privilegio: doy clases virtuales desde marzo del año pasado. Antes, si no estaba en casa, andaba en la universidad o en el estadio alentando a mi equipo. Eso quedó de lado y fue difícil aceptarlo. Pero no todo fue negativo: el confinamiento me permitió conectar más con mis estudiantes para que valoraran más la literatura. Algunos, luego de terminar el semestre, me seguían pidiendo libros: ganar un lector gracias a Ribeyro, Arguedas, Reynoso, Onetti o Vargas Llosa no tiene precio.

El fútbol, personaje recurrente de tu obra, también aparece en este libro. Entrar a un cuento tuyo es como pisar el campo en un partido: hay intriga, puede que el marcador resulte en contra, pero igual hay que jugar (leer) con todo...

Me gusta la idea que planteas: entender cada historia como un partido de fútbol. Nunca lo había visto desde esa perspectiva: mi propia final de la Copa del Mundo. El fútbol y la lectura son mis grandes pasiones, luego recién apareció la escritura. Cada narración de este libro podía ser la última pues, debido a mis pulsiones tremendistas y melodramáticas, pensaba que quizá a la semana siguiente estaría contagiado y ni siquiera podría garabatear el borrador de un nuevo relato. A pesar de todo estoy convencido de que uno tiene que poner toda la carne en el asador y vivir -leer, escribir, jugar a la pelota- hasta el silbatazo final.

Así como en tus anteriores publicaciones, todo es memoria en tus cuentos. Hay una canción de Los Rodríguez en el que Calamaro dice: “Cantar es disparar contra el olvido”. ¿Se puede decir lo mismo de la escritura?

En mi familia hay una propensión a desarrollar el Alzheimer. Una vez, a una tía que falleció por coronavirus el año pasado, la vi celebrar su cumpleaños en un asilo de mi distrito: estaba la torta, la familia, había aplausos y una vela cumpleañera… pero mi tía ya no estaba allí por culpa de esta espantosa enfermedad. Es terrible perder la memoria y la orientación. Y peor si escribes, porque trabajamos con la memoria: “Lo que no queda en la memoria no sirve para la ficción”, dice Vargas Llosa en “Historia de Mayta”. También me imagino, por ejemplo, a García Márquez sin recordar quién era él y quizá mirando en la biblioteca sus propias novelas sin saber, es decir olvidando, que él era el autor. Escribir es disparar contra el olvido y eternizar momentos que, para bien o para mal, me marcaron.

Perfil

Orlando Mazeyra es narrador peruano. Nació en Arequipa, en 1980. Es ingeniero de sistemas y magíster en Educación Superior. Ha publicado “La prosperidad reclusa”, “Mi familia y otras miserias”, entre otros libros de narrativa.

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