Pedro Llosa: “Podríamos ser una sociedad muchísimo más pacífica e integrada”

Para bien o para mal, nuestras vidas sufren siempre diversos cambios, algunos más drásticos y leves que otros, que nos obligan a confrontarlos para seguir respirando.

La migración, por ejemplo, ha sido una alternativa de supervivencia o deseo de superación por parte de ciudadanos de todo el mundo. Millones han buscado paz y mejoras fuera de su país o dentro de él, pero en lugares más amables, como nosotros lo hicimos durante la época del terrorismo y hoy lo hacen los venezolanos por la dictadura de Nicolás Maduro.

Sin embargo, existen diversas circunstancias y cientos de motivos por los cuales una persona migra y Pedro Llosa Vélez, en su más reciente libro titulado Hasta aquí llegamos (Planeta, 2019), nos presenta once historias reales de extranjeros que llegaron al Perú.

Los testimonios, narrados de forma interpretativa, salvo el del venezolano, dan cuenta de un país maravilloso por su riqueza cultural; pero también injusto, hostil, desconfiado, racista, discriminador, indiferente y un sinfín de defectos por eliminar.

“La idea de este libro partió de mi encuentro cotidiano con los migrantes venezolanos. Tuve la oportunidad de escuchar sus historias, pero quise registrar diferentes problemáticas o situaciones alrededor de la migración”, comenta a Correo el escritor peruano.

Historias

Para lograr su cometido, el autor conversó con una narcotraficante mexicana, un barbero venezolano, una nadadora rusa, un sacerdote maltés, una maestra mozambiqueña, un rabino brasileño, una refugiada palestina, un cooperante español, una profesora británica y dos músicos (Estados Unidos y Polonia), personajes que experimentaron una convivencia agridulce en nuestro país.

La narcotraficante, por ejemplo, sufrió abusos de autoridad y sus derechos fueron vulnerados dentro de una cárcel limeña; aunque también encontró oficiales que sí la respetaron pese a su condición.

“Pese a todo, para ella siempre había un espacio de esperanza; un carcelero que actuaba con sinceridad, con honestidad. Ese péndulo marcaba al Perú. Ella tenía una visión de la vida en donde no negaba los actos delictivos que pudo haber cometido, pero también tenía una visión del mundo hacia adelante, sin victimización”, señala Llosa Vélez sobre su primer libro de no ficción.

Esperanza

La única historia narrada por la voz del protagonista -quizás la más conmovedora del libro- es la del venezolano, quien dejó en su país a su esposa, a sus dos hijos y sus negocios para salvar a su familia de la hambruna.

“Él contaba su historia y reflexionaba sobre lo que le pasaba, y luego volvía a la narración. Pensé que ponerlo en primera persona le iba a dar una fuerza distinta”, explica el autor sobre el barbero Abraham, quien -pese a los problemas que tuvo tras su llegada a Lima y los días duros que vivió tratando de vender caramelos en los buses- vio iluminado su camino.

“Veía el mundo con esperanza, con entusiasmo, minimizando las cosas malas que le habían pasado y celebrando lo bueno. A través de sus palabras, permite resumir un sentimiento de lo que se está viviendo”, apunta el autor de La medida de todas las cosas.

Para el narrador, las historias recogidas “te refrescan, te instruyen, te llenan de anécdotas, te culturizan en muchos aspectos sobre el Perú. Hay un mar de sensaciones disímiles”. No obstante, también concluye que, a diferencia de países como Palestina, India o Pakistán, “nosotros podríamos ser una sociedad muchísimo más integrada, más pacífica; nuestros problemas no están al nivel de esas sociedades que se queman vivas, que se lanzan misiles y bombas durante décadas. Eso te hace ver que hay esperanza en el Perú”.