Para Vargas Llosa, la clave de una novela es hacer pasar por verdades las mentiras. “Si lo consigue, una inédita verdad emergerá de aquel embauco”, dice. En nuestra región, hay muchas muestras de ello.
Para Vargas Llosa, la clave de una novela es hacer pasar por verdades las mentiras. “Si lo consigue, una inédita verdad emergerá de aquel embauco”, dice. En nuestra región, hay muchas muestras de ello.

En una anterior reflexión sobre la novelística en La Libertad, sugerí ciertos aspectos generales sobre cómo se ha ido gestando este género literario en los últimos años. En suma, mencioné algunas novelas que han destacado en el tiempo y que actualmente forman parte del espacio visible de la novelística liberteña.

VER MÁS:

En esa reflexión, sin embargo, no hice referencia a algunas novelas que no solo merecen una mención protocolar, sino una sistematización teórica que las ponga en diálogo con la producción literaria local. Por eso, ahora me interesa analizarlas, desde los criterios de verdad, falsedad y ficción. Lo haré considerando a aquellas que han partido de hechos históricos, pero que —por sobre todas las cosas— han contado la verdad de las mentiras.

En “La verdad de las mentiras”, Mario Vargas Llosa plantea categóricamente que las novelas mienten, pero que mintiendo descubren una curiosa verdad que solo puede expresarse encubierta, disfrazada de lo que no es. Para Vargas Llosa, las buenas novelas dicen la verdad y las malas, mienten; “decir la verdad para una buena novela significa hacer vivir al lector una ilusión y mentir significa ser incapaz de lograr esa superchería”.

LEER AQUÍ:

En este sentido, el libro de José Daniel Hidalgo Gamarra sobre la Revolución de Trujillo de 1932 o la investigación documental de Germán Patrón Candela sobre el Proceso Vallejo consolidan su verdad en la medida en que el cotejo de lo escrito se acerca a la verdad que los inspira. Decir que ambos libros no son novelescos es un halago en la medida en que los vemos como textos académicamente serios.

En cambio, preocuparse por encontrar los errores históricos en la novela “Lázaro”, de Ciro Alegría, es una pérdida de tiempo. Para Alfredo Alegría, “en ‘Lázaro’ se desarrolla una nueva estética narrativa, marcada por un realismo descarnado que, por momentos, mantiene visos del lenguaje impresionista propio de las novelas de la trilogía clásica de Ciro Alegría”.

PUEDE LEER:

La verdad de las novelas liberteñas

Uno de los novelistas que más ha destacado por contar una verdad novelada a partir de un hecho histórico es Eduardo Gonzáles Viaña. Aunque su producción literaria es prolífica, hay una línea creativa que merece destacar: la que está vinculada a la novelización de la vida de personajes históricos.

En 2020 publicó “El largo camino de Castilla”, libro en el que desde la ficción se relata el largo camino recorrido por un joven Ramón Castilla hasta convertirse en el destacado político. En 2021, vio la luz “Kutimuy Garcilazo”, obra que —según Gonzáles Montes— tiene la mirada novelesca que enriquece nuestro conocimiento histórico y nuestro imaginario narrativo a partir de la vida de Garcilaso de la Vega. En 2023 continuó con esta línea y publicó “Kachkaniraqmi, Arguedas”, novela en la que la vida de José María Arguedas se conjuga con elementos fantásticos que la verdad de la ficción sabe cobijar.

Ahora bien, Gonzáles Viaña ya había usado a un personaje histórico y significativo: en 2007 escribió “Vallejo en los infiernos”, novela en la que se narra los difíciles momentos vividos por César Vallejo en la cárcel de Trujillo. El encarcelamiento es muy conocido, pero ciertos hechos narrados en la novela son definitivamente producto de la imaginación. Creo que el libro es interesante para acercarse a la vida de Vallejo, siempre y cuando se lo lea desde lo que es: una novela, un texto de ficción.

LEER AQUÍ:

En 1928, Froilán Alama —un mestizo nacido en Chulucanas— empezó sus correrías bandoleras. Se cuenta que durante varios años sembró el terror por pueblos y villorrios del arenal piurano. El escritor piurano Teodoro Alzamora, radicado en Trujillo, le dio vida a este singular personaje y lo convirtió en el protagonista de sus novelas “Froilán Alama, la leyenda”, “Froilán Alama, la venganza” y “Los amoríos de Froilán”. En estas novelas, Alzamora no solo relata la azarosa vida de Froilán, sino que la reconstruye, la transforma. En este sentido, las novelas resultan notables no por contar la vida de su protagonista, sino por la configuración de esta y la de los personajes “secundarios” como el de Flora (esposa de Froilán), por ejemplo.

Para terminar, debo mencionar también las novelas “Corongo”, de Blasco Bazán Vera, y “Océano al revés”, de Julia Wong. En el texto de don Blasco, no hay propiamente un personaje histórico, pero sí se cuentan los hechos reales sobre la manumisión de los negros esclavos del Valle de Chicama. En cambio, la novela de Julia toma como escenario narrativo la llegada del científico prusiano Alejandro Von Humboldt al continente americano y va hasta la declaración de la independencia del Perú.

Sobre las novelas publicadas desde nuestra región y desde los criterios de verdad, falsedad y ficción hay mucho por decir. Nos quedan aquellas que “retratan” la guerra interna, los avatares de la migración, el crimen y la delincuencia, los desasosiegos de los fueros internos, etc. Espero, en un próximo aporte, abordar algunas de estas perspectivas.

LE PUEDE INTERESAR