En el libro “Cuatro elementos”, el yo poético presenta continuidad en su visión del amor como una estructura que incluye todo, incluso, al escenario donde transita.
En el libro “Cuatro elementos”, el yo poético presenta continuidad en su visión del amor como una estructura que incluye todo, incluso, al escenario donde transita.

Roberto Jáuregui (Trujillo, 1973) actualmente vive en Texas, Estados Unidos. Sus estudios concluidos de Teología y Derecho le dan suficiencia intelectual para ofrecernos en estos tiempos una poesía distinta a la temática mayoritaria. Retorna a la poesía lírica basada en temas humanos, filosóficos y de permanente reflexión. La palabra poética de Jáuregui, con sencillez nos trae el recuerdo de lo legendario y de los elementos universales, asimismo su contenido tiene luminosidad que lo aleja de la cotidianidad puramente social, retoma a la espiritualidad en su reciente libro intitulado “Cuatro elementos” (Nectandra,2025). Desde sus anteriores libros va ascendiendo y expandiendo su canto: Desagravio de las cenizas (2020), Anatomía de la espera (Nectandra, 2022), El libro de la distancia (2023).

VER MÁS:

Ante la humanidad

En el libro “Cuatro elementos”, el yo poético presenta continuidad en su visión del amor como una estructura que incluye todo, incluso, al escenario donde transita. Los poemas fluyen límpidos y trasgreden la coraza de la indiferencia de la sociedad actual, convierten a este poemario en insular por la divinidad indivisible y que merece la atención lectora. En la estancia “I El libro de las contradicciones” inicia con la teoría de la fuerza de la refutación. Entiéndase que la refutación es un argumento para observar las cosas que caen mal y letal. Jáuregui ha elegido a la poesía para refutar. Elige rebatir desde “la física del alma, es la gravitación de la pólvora y la masa”. En el poema “Refutación del vacío” mediante un contraargumento lírico expone las razones que se anteponen al vacío. En la segunda fracción “El libro de abril”, encontramos poemas de libre tema y de honda reflexión en estos tiempos. Verbigracia la “Totalidad” (La sed de la luz, / de la madera que reina / sobre tardes hechas de cielo y fuego, / de las palabras que el viento / deja caer al llegar el otoño), o la “Oración de la aurora” (Antes de la luz / una lluvia caía sin descanso / atando a la tierra las alas y los pasos, / solamente un aullido sin luna, / solamente un vacío sin fondo). Entonces, comprendemos la importancia de abril para el aedo en el texto “Invocación para las noches de abril” (¡Ven! / La luna es roja / y el viento es propicio. / Te llamo con las manos juntas / atadas). Es propicio revalorar a la “Germinación”, se retorna a lo universal. “Mito de Apolo” (La distancia relativa / nos hacía pensar en el vacío / mientras una profundidad / sin cambios en la curva del espacio), y más aún en “Aproximaciones a la formulación de la luz”. Concluye recordando a Saramago en el texto “Ceguera”.

PUEDE LEER:

La divinidad indivisible

Considero que la divinidad indivisible se descubre mejor en la III y IV parte. Es el hombre que ante naturaleza divina cree en la superioridad y en la esencia del ser de Dios. Se sabe hombre pensante y se asombra de lo divino e infinito. Así en la III Homo sapiens poetiza conceptos, asuntos y siempre expresa su posición como creador-escritor: artificio, teleología, ética, afecto, imagen, mito y alienación. En la sección IV, el sujeto lírico como emisor que construye Roberto Jáuregui se remite a la naturaleza en la que se desarrolla nuestra existencia. Retoma las mismas motivaciones poéticas, desde lo conceptual al estremecimiento que superan los conceptos en busca de la sabiduría. Así, el poeta sabe que la tierra-planeta está compuesta de los tres elementos físicos: la litósfera (tierra), la hidrósfera (agua) y la atmósfera (aire) a ellos hay que agregar al fuego. La combinación de estos tres elementos más el fuego hacen posible la vida en nuestro planeta. En esta nueva ofrenda, Roberto Jáuregui, no solo exhibe las figuras literarias, es el mensaje el que se privilegia, obviamente sin apartarse de la retórica y semántica; de esta manera logra un mix de sentimiento y concepto acercándonos al sentido de pertenencia. En cuanto a la tierra como elemento de la naturaleza, poetiza lo que los filósofos Aecio y Sexto Empírico valoraron a lo sentenciado por Jenófanes cuando afirmaba que la tierra es principio y fin de todas las cosas. Anaxímenes consideró que el principio fue el aire; por ello, Jáuregui, lejos de lamentarse de los huracanes y de acuerdo a su comprensión psíquica, sabe que el aire mantiene su presencia y está en todas las distancias y confines en donde irrumpe y distorsiona la normalidad. En el colofón trata sobre el fuego (plasma), del cual Heráclito creyó que era el principio, ese conjunto de partículas o moléculas incandescentes de materia combustible que emiten calor y luz. Ante los recientes incendios forestales la población sabe que son las llamas del fuego que emiten luz.

LEER AQUÍ:

Conclusión

El libro “Cuatro elementos” nos identifica y nos ubica ante de humanidad y la divinidad indivisible en la naturaleza. Su nivel estético en franco ascenso formal y todo su contenido de poesía lírica basada en temas humanos, filosóficos y de permanente reflexión, nos orientan y concientizan. Nos recuerda que los humanos estamos en el ecosistema influenciados por factores bióticos y abióticos, con sentido de la existencia y del asombro. Por ello, Roberto Jáuregui es un poeta ya importante en la poesía norperuana. Enhorabuena.

LE PUEDE INTERESAR