Walter Díaz Ramos nos regala la hermosa historia del gallo Rondín (un “gallito normal”) que fantásticamente se convierte en Cenizo (un “gallo portentoso”) ante el asombro de los pobladores.
Walter Díaz Ramos nos regala la hermosa historia del gallo Rondín (un “gallito normal”) que fantásticamente se convierte en Cenizo (un “gallo portentoso”) ante el asombro de los pobladores.

Como dicen muchos, “a pesar de…, ¡Habemus Feria del Libro!” Qué bueno, ¿no? Por fin, después de más de un año, tendremos nuevamente un espacio de luz y de acercamiento a la cultura y a la lectura. Como ya lo manifesté en esta misma columna, “si bien una feria del libro no soluciona el analfabetismo funcional que contamina nuestra vida cotidiana, por lo menos constituye una oportunidad de encuentro con los libros, con sus hacedores y con quienes padecemos (o padeceremos) el vital vicio de la lectura”.

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Como ya lo dijeron las expertas Eva Orúe, Laura Niembro y Manuela Ribeiro, estos acontecimientos “abren puertas de interés hacia la lectura y al conocimiento de otras culturas”. Por otra parte, permiten el acercamiento entre lectores y escritores, y entre los autores locales, nacionales e internacionales. Por ende, en este contexto de deterioro social que vivimos, las ferias del libro son fundamentales para el fortalecimiento cultural y, consecuentemente, para el proceso de construcción de mejores sociedades.

Literatura infantil

No son, pues, meras oportunidades para que escritores, editores y libreros “vendan sus libritos”, como alguna gente culturosa miope y mezquina afirma despectivamente. Por ello, debemos celebrar la organización de la III Feria Internacional del Libro de La Libertad y participar activamente de todas las actividades programadas.

¡Es esta una extraordinaria oportunidad para conectarnos con la cultura escrita y para reencontrarnos con los amantes de la lectura! ¡Nuestra región tiene mucho que mostrar y compartir con el mundo de la cultura! Uno de los ámbitos de la creación literaria que merece nuestro especial reconocimiento es el de la literatura infantil y juvenil.

Nuestra literatura, en este ámbito, ocupa un lugar especial en el desarrollo literario de nuestro país. Escritores como Jorge Barboza, Ángel Gavidia, Dina Sánchez Baca y Gerson Ramírez dan prueba de ello. Pero, también, nuevos escritores se han sumado y se seguirán sumando. Entre ellos destacan, por ejemplo, Julia Yepjen, Miguel Arbildo, Jhony Ruiz Ballena, Josué Vallejos y Walter Díaz Ramos, entre tantos otros u otras que, por las limitaciones de este espacio, no los puedo mencionar ahora.

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Walter Díaz Ramos

Estos autores han enriquecido nuestra literatura, integrando los elementos culturales locales con los valores universales. Con sus escritos, demuestran que la literatura infantil liberteña ha sabido articular formas estéticas diversas, como la poesía, el cuento lírico o el relato de corte ecológico, para fortalecer la identidad, la sensibilidad artística y el pensamiento crítico. Sus obras no solo entretienen; también desarrollan la imaginación, educan al ser humano, favorecen la sensibilidad estética y fortalecen la identidad cultural.

En este proceso de desarrollo sostenido de nuestra literatura, destaca de manera singular el escritor “quiruvilquino de alma corazón y vida” Walter Díaz Ramos. Él, además de cultivar la poesía y la música, está abocado a rescatar y revalorar el folklore oral de la sierra liberteña, a través del relato, del cuento enseñanza y de la fábula. En estos géneros de la narración, construye historias en las que los elementos culturales locales se integran con los valores universales y se traducen en lecciones esenciales para la vida humana.

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Su más reciente libro, “Rondín, el gallo de humo”, camina en esta senda. Esta es la historia de un pueblo (no solo la de un gallo) que practica la justicia, incentiva el respeto a las buenas costumbres y promueve la respetuosa convivencia. Pero, a diferencia de la “literatura kaliwarma” (término acuñado por mi dilecto amigo David Navarrete, para referirse a la creación facilista y comercial), lo hace de manera fantástica, humorística y aleccionadora.

Como muy bien señala el poeta Alberto Alarcón, “compartir la lectura de este cuento entre niños, jóvenes, maestros y padres de familia, será sin duda una acción enriquecedora, pues no solo está ambientado en nuestra región liberteña, sino que cada uno de sus personajes hablan y se comportan con una identidad que nos pertenece y nos define”.

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Fantasía, humor y amor

Con una calidad de impresión impecable (me refiero a la calidad del libro como objeto y producto cultural), Walter Díaz Ramos nos regala la hermosa historia del gallo Rondín (un “gallito normal”) que fantásticamente se convierte en Cenizo (un “gallo portentoso”) ante el asombro inconmensurable de los pobladores (ya ustedes se preguntarán el “gracias a qué).

“La curiosa metamorfosis (…) provoca una serie de dudas, especialmente en Alfonso, un polémico personaje que apuesta con el anciano Moisés a que Rondín es una farsa de su dueña, doña Rosalía”, nos adelanta el maestro Alarcón.

En este relato, su autor conjuga magistralmente el humor popular, la fantasía natural, el amor a la naturaleza y la fábula. Les invito a compartir con chicos y grandes este nuevo libro. Recuerden siempre que necesitamos fomentar la lectura de obras con riqueza narrativa y creatividad. Pero que, sobre todo, ¡respeten de manera genuina la inteligencia de los lectores!

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