El mundo está cambiando y parece que será otra la realidad que los países deberán construir después de la pandemia.

Conversamos con la poeta Roxana Crisólogo sobre su poemario “Trenes” (Ediciones Libros del Cardo, 2020), antes de la cuarentena por el coronavirus, pero los temas sobre la migración, la discriminación, la xenofobia, que reflexiona la escritora, son aristas que tal vez alcancen otras dimensiones después del aislamiento social.

Las crisis también son oportunidades para repensar las urgencias de las sociedades.

Has reeditado “Trenes” después de 10 años. ¿Cómo fue su relectura?

Cuando escribí ese libro, fue un momento en que, para mí, el tema de la migración era muy intenso. Uno como ciudadano de mundo piensa que siempre tenemos derecho de buscar un mejor futuro. Entonces, escribí ese libro desde esa perspectiva: del que sube a un tren y luego no sabes lo que va a pasar. Te dicen de todo, te insultan, te reciben bien, te miran, te pegan, se burlan de ti.

¿Es lo que has visto o te ha pasado?

Es lo que he visto, es lo que me ha pasado. En este libro trato de desprenderme de mí, casi contar. A este libro lo llamo una crónica de viaje, pero en poesía. Estoy tratando de hablar por otras personas, pensando en la mujer vietnamita, en esa mujer de Nigeria, esa que chica que unos “cabezas rapadas”, neonazis, le pegan. Y mezclo con mis impresiones. Es un relato, pero no es un libro de viajes.

Por ejemplo, el poema “Una extranjera viajando en tren a Moscú” es una crónica en verso. ¿Todo el tiempo estás atenta, con apuntes, para luego escribir?

Me interesan muchos los instantes, los elementos cotidianos, los detalles pequeños, una mano, las maneras. Hay una comunicación silenciosa pero también una especie de traducción transcultural, que es complicada y la veo también aquí en el Perú, un país multilingüe, multiétnico. Pensamos que todo es como en Lima pero no es así. Hay códigos, formas de cómo moverse.

Llevas como 15 años viviendo fuera del país. ¿Qué concepto de patria tienes ahora?

Es una ilusión. Vivimos en un momento de capitalismo salvaje, cruzado por misoginia, ultranacionalismo, una época muy dura, agresiva y violencia, no solamente en el Perú sino afuera. A veces he pensado que es un lugar donde hay una comunidad utópica, donde exista un sistema de sociedad de bienestar, donde no se maten a las mujeres pero que también no haya racismo ni discriminación.

¿La poesía no es una especie de patria para ti?

Veo la poesía como una plataforma. Vengo de una familia de migrantes. Mi madre, una mujer que luchó mucho, criando seis hijas en el desierto de San Juan de Miraflores. Mi padre, siempre fuera. Entonces, para una mujer como mi madre, como vecinas y otras personas del distrito de ese entonces, el hecho de no tener el acceso a la palabra, de no poder escribir ni expresarse, limitaba que se hagan visible esas historias de opresión, de estar aisladas. Por eso, para mí la palabra cobró mucha importancia cuando me di cuenta que sí podía escribir y mentir un poco, exagerar, crear. No la veo como una patria, sino más como una plataforma, como cuando entras a la playa y subes a una ola. Me lo imagino así: en un momento en que puedo, desde esa tabla, manejar, contar.

¿Los poemas de “Trenes” los escribiste pensando en una unidad?

La migración, desde mi primer libro, siempre ha sido un tema importante. Cuando yo salgo, me doy cuenta que hay muchas similitudes, patrones que se repiten: discriminación, exclusión, no visibilidad en comunidades, no reconocimientos de derechos lingüísticos, misoginia, homofobia. Políticas contra inmigrantes, contra migrantes. Me doy cuenta de que es en ese hilo en el que yo, quizás por mi experiencia vital, me siento con derecho de poder hablar, contar y decir.

Perfil

Roxana Crisólogo, poeta peruana

Nació en Lima en 1966. Es poeta y gestora cultural. Vive y trabaja en Helsinki. Finlandia. Ha publicado los poemarios “Abajo sobre el cielo”, “Animal del Camino”, “Ludy D”, “Trenes” y “Eisbrecher”.