Santiago Roncagliolo: “No pienso parecido a los dos extremos de la guerra  y traté de ser respetuoso”
Santiago Roncagliolo: “No pienso parecido a los dos extremos de la guerra y traté de ser respetuoso”

presentó en Lima la reedición de La cuarta espada, un reportaje sobre el cabecilla senderista Abimael Guzmán Reynoso (82), condenado a cadena perpetua por el delito de terrorismo. En este libro, el ganador del Alfaguara de Novela 2006 reconstruye, mediante la mirada de carceleros, policías, militares y familiares, la vida del asesino que desató el terror en el país en los años 80 y 90.

¿Cómo calificas el interés de las nuevas generaciones por este libro? 

Ha sido emocionante ver que este libro, después de diez años, se convirtió en la reedición peruana más leída de la feria: había colas de gente para que lo firme, interesada en Sendero Luminoso, en Abimael Guzmán, en saber qué pasó. Sobre todo porque esta gente muy joven, de 15 y 16 años, universitarios de 20 años, incluso una persona de 25 años, ya no recuerdan nada de lo que pasó. Creo que un libro como este y otros están contando una historia que era solo silencio cuando nosotros crecimos.

¿Consideras que el Ministerio de Educación debe incluir en su currículo un curso sobre los años 80 y 90; e incluso una biografía sobre Abimael Guzmán?

Considero que si no hablas, no entiendes nada de este país. Tienes que saber quiénes eran los senderistas, también los militares; tienes que conocer sus historias y sus puntos de vista. Hoy, hay gente como José Carlos Agüero, que es hijo de senderistas, que tiene un gran libro sobre el perdón (Los rendidos), las secuelas de la guerra, sus víctimas; también hay gente como el comandante Freyre, que tiene un libro sobre su experiencia militar en el Huallaga contra Sendero. Nuestra historia son todos estos libros, tenemos que leerlos, discutirlos y no decidir que solo tiene que salir la parte que nos gusta.

¿Cuánta fue la apertura de esas personas para hablar de Guzmán?

Me sorprendió Elena Yparraguirre: fue bastante abierta en comparación con la mayor parte de sus huestes. Creo que (ellos) confiaron en mí, en que yo contaría lo que me contaban y que ellos serían los que hablarían en este libro. Yo no pienso parecido a los dos extremos de la guerra y traté de ser respetuoso en cómo ellos ven la guerra y de crear una verdad que no importa de qué lado estés, cuál es tu opinión política, sino que reconozcas que los hechos que aquí se cuentan son verdaderos y que los puntos de vista no están pasados por mis juicios o mis opiniones.

Elena Yparraguirre vuelve a hacerse sentir en Hablan los enemigos, de Antonio Zapata. ¿Qué es lo que quiere mostrar?

Elena Yparraguirre quiere que se recuerde su papel en todo esto, para bien o para mal. Se habla de Guzmán, Guzmán como líder, pero ella era ejecutora de los planes y campañas. Estaba más en contacto con lo que ocurría en el terreno; Abimael trazaba grandes líneas, pero era ella la que anclaba a tierra todo lo que él iba escribiendo y diciendo. Y creo que en su caso, como en el de muchas mujeres de Sendero Luminoso, necesita explicárselo a sus hijos.

¿Cuánto cambia tu opinión cuando reconstruyes a Guzmán desde su niñez, adolescencia, su vida universitaria, sus carencias?

Creo que cuando escribes sobre alguien, como cuando hablas con alguien, inevitablemente expandes tus límites de cómo entiendes el mundo. Todas las personas nos hacen ponernos en sus zapatos, entender el mundo desde sus ojos; incluso si en este mundo había que pegarme un tiro a mí. Creo que este libro sirve para entender a mucha gente que protagonizó la violencia en el Perú, que no es lo mismo que justificarla, avalarla o apoyarla. Creo que es importante que conozcamos las historias de estas personas, no por eso sus penas legales deben ser menores o mayores.

El fantasma del terrorismo siempre está presente: las pintas, mausoleos... ¿Qué piensas al respecto?

Pienso que nos cuesta reconocer que ganamos esta guerra. Aunque quedan focos importantes en el Vraem, ya no es la amenaza al Estado de los 80. Los del Vraem no van a tomar el control del país. Creo que el fantasma de Sendero está estorbando que se resuelvan los problemas, como en la huelga de maestros, donde la insistencia en el senderismo no ha hecho más que enredar la situación. Seguramente los presos que salgan de la cárcel se integrarán en marchas sociales -o sea, al Club Nacional no van a ir-, eso no significa que debas llamar terroristas a los que hacen protestas sociales; no puedes desaparecer cadáveres o volar un mausoleo. Y si querías hundir a esta gente, la has hundido, la has metido presa durante décadas; algunos han salido en 25 años en un país que ya ni entienden.

DATO

-Santiago Roncagliolo. escritor y guionista. Ha publicado las novelas La pena máxima (2014), Abril rojo (2006), Tan cerca de la vida (2010), Óscar y las mujeres (2013) y Pudor (2004).

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