Santiago Roncagliolo: “Odio que traten a los niños como si fuesen tontos” (VIDEO)

 no quiere atarse a ningún género literario. Por ello usa todas las tecnologías y formatos que le permitan contar una historia, porque “nadie viaja 20 veces al mismo lugar”, afirma. Algo que pasa también en su literatura. Esta vez , que también puede ser entretenido y divertido para un adulto. Cómo conocí a las gemelas Pizzicatto (SM, 2019) es un cuento que habla sobre esas singularidades que nos hacen especiales aunque tengamos cerca a alguien que físicamente sea igual a uno.

¿De qué trata Cómo conocí a las gemelas Pizzicatto? 

Es la historia de dos gemelas cuyos padres desaparecen y son reemplazados por la siniestra tía Brígida, quien es la pesadilla de un niño. Ellas tienen que empezar a buscar a sus padres y van conociendo a todo tipo de personajes delirantes, pero también van descubriendo que una familia no es lo que está en el registro civil, sino la gente que quieres y con quien quieres vivir. Es una historia sobre buscar tu lugar en el mundo y también es una historia de aventuras con momentos muy graciosos, pero un poco góticos. Es, creo, mi cuento más mágico y oscuro.

La tía Brígida es una bruja... 

Hay más de una bruja en el cuento, pero la tía Brígida es ese personaje insoportable que cuando eras niño venía y la veías enorme, con los labios gigantes y bigotes. Se te acercaba hasta estamparte un beso y la veías en cámara lenta. Este libro junta muchas pesadillas infantiles, y de las peores.

Cuando uno lee el libro, pareciera que estuviera viendo una película de Tim Burton... 

Ojalá. Eso es lo más bonito que me han dicho. Me encanta Tim Burton, justamente por esa mezcla de monstruos, de humor negro; eso me gusta mucho. Me gusta también Roald Dahl, un autor que es como un punk de la literatura infantil, muy irreverente y original, y muy divertido. Y, al igual que Tim Burton, es un artista que para mí no es un artista para niños sino un artista sin más. Y son escritores geniales que hablan de temas humanos.

Mencionaste alguna vez que no eres un escritor que se encasilla en algún género. ¿Qué más te falta recorrer?

Ahora estoy escribiendo muchos guiones de ficción y de documental. He hecho una audioserie, que hemos producido en México, que es como una serie de Netflix pero de audio. Siempre aparecen nuevas formas y formatos para contar historias, y yo quiero usarlos todos porque creo que cada historia es un viaje singular que te lleva a sitios diferentes, a hacerte conocer a gente distinta.

“Creo que llamamos monstruo a todo lo que no entendemos o que está fuera de lo normal”

¿Tienes alguna historia que te haya fascinado y que siempre recuerdes? 

Pues pensando en algo para niños, diría que me fascinan Las brujas de Roald Dahl, que son unas brujas calvas, malas, y a la vez es una historia muy divertida sobre lo que creemos que es un monstruo y lo que no.

¿Y cómo se podría definir a un monstruo? 

Para mí, un monstruo es alguien diferente. Me dan ternura los monstruos. De hecho, muchas de las historias que escribo son sobre cómo gente normal hace cosas monstruosas. Creo que llamamos monstruo a todo lo que no entendemos o que está fuera de lo normal, y en algún sentido una obsesión en mis historias es comprender la ternura de los monstruos y lo cerca que estamos de ellos.

¿Qué esperas de tu libro? 

Me hace ilusión que los padres se lo cuenten a sus hijos, lo compartan con ellos, jueguen con el cuento y si quieren lo reescriban también. Odio que traten a los niños como si fuesen tontos; normalmente son más listos que nosotros. Y por eso hago historias que respeten esa inteligencia de los niños y esa capacidad de imaginar, y que también —si es posible— les gusten a sus padres, porque todo el mundo les habla a los niños de la importancia de leer. Los que no la tienen tan clara son los adultos, así que no está mal enseñarles a ellos a leer también. 

Perfil

Santiago Roncagliolo, escritor

Entre sus libros infantiles se encuentra Matías y los imposibles, que fue incluido en la selección de White Ravens. En el 2018 publicó Los peores partidos de mi vida.