Es inevitable relacionar la historia de “¿Dónde está el monito?” con la de Run Run, el zorrito que fue vendido ilegalmente y adoptado por una familia en Comas, que lo cuidó como una mascota.
El personaje del monito que protagoniza el cuento infantil de Jorge Eslava, como el animal que se llevó la atención del país, se encuentra aislado en un zoológico y no se reconoce como uno de su especie.
No logra percibir su identidad porque no ha vivido las experiencias que sus mayores sí tienen: jugar con sus semejantes, trepar un árbol, disfrutar de las posibilidades de su entorno natural.
En una jaula, solitario, el personaje se pone triste: esa es la forma y el color del aislamiento, que se reflejan en la narración y las ilustraciones de Felipe Morey.
El libro, de esta manera, invita a reflexionar sobre el encierro, visto desde la metáfora de los animales, ese confinamiento obligatorio y asimilado por la población, sobre todo los niños, durante la pandemia del COVID-19.
Una realidad que, hasta ahora y desde antes, viven los animales en los espacios recreativos para los humanos. Las fotografías de Run Run, tras ser ubicado y separado, se conectan con la historia de Eslava.
En este sentido, el texto también tiene ecos de “Zoológico” del escritor británico Anthony Browne.
La lectura de “¿Dónde está el monito?” pone en evidencia la necesidad que tenemos, en especial los niños, de los ambientes, la interacción y las vivencias.