"30 de abril", libro que presentó Vero Calderón.
"30 de abril", libro que presentó Vero Calderón.

“La herida es el lugar por donde entra la luz”. Contundente, humana y sanadora, así es la frase de Rumi, el mayor poeta místico musulmán, que Vero Calderón, comunicadora y escritora eligió como una suerte de mantra para poder darle vuelta al dolor. “El hecho de que lo haya escrito una persona que nació, hace más de 900 años, reafirma que en su esencia sigue vigente. Lo que siento, muchas personas lo han vivido y por eso, sé que no estoy sola, porque finalmente la condición humana es algo que compartimos todos, aunque no nos guste mostrarlo. A todos nos toca pasar por pruebas de fuego y por diversos motivos”, dice la autora de “30 de abril” (Editorial Planeta) un diario acerca de cómo convertir el dolor en luz; experiencia límite que significó para ella la muerte de su hermano y de cómo afronta su ausencia.

La muerte inesperada de Fernando, tu único hermano, te generó un dolor profundo, pero no es bueno quedarse eternamente en el duelo. Sentir tu dolor es algo muy humano, lo que es perjudicial es cuando te enamoras en cierta manera de ese dolor y te quedas encapsulado y lo revives, pero ya en el lugar del sufrimiento. Todo lo contrario a acordarte de una persona, eso no es duplicar tu dolor, pero cuando la niegas, cuando haces como que no ha pasado nada, finalmente estás entrando en ese ámbito del sufrimiento; cuando callas una parte de ti, estás callando a toda tu humanidad, Si no te permites honrar a la persona no vas a poder descubrir cuánto la querías.

¿Y todo ese proceso de desapego, de honrar la vida, lo fuiste descubriendo poco a poco o a partir de tu pérdida? A lo largo de mi vida he tratado de practicar estar presente y en ese acto de presencia es que personalmente valoro mucho mi cotidianidad, valoro las cosas simples de la vida, valoro una buena conversación, un almuerzo con mi familia. En esa práctica te vas dando cuenta de que gran parte de tu vida está entre esos momentos, y que esos momentos que tú anhelas, son instantes. En realidad, el gran bloque de tu vida es un martes cualquiera, un sábado cualquiera, y en esa práctica creo que yo gracias a la vida, gracias a Dios, siempre tuve muy presente la suerte de tener a mi familia, de tener a mi hermano como mi mejor amigo, cómplice y también la persona que me sacaba de quicio.

“30 de abril” toma forma cuando te enteras que tu hermano tenía el sueño de escribir un libro, ¿fue una forma de honrarlo? Él siempre me comentaba que el día que se jubile quería ser escritor, y puso ese plazo, porque Fernando tenía un trabajo corporativo y le resultaba un poco difícil balancear las dos cosas. Cuando fallece, me sorprendió al leer que entre sus metas del 2024 había decidido comenzar a escribir, era como una afirmación respecto a este sueño que tenía, ya no era ese espacio nebuloso de los deseos que nunca se hacen realidad.

Y allí entras tú para cumplir ese sueño. Yo me manejo muy bien en el lenguaje audiovisual, y tenía este deseo de algún día hacer un libro, cuando Planeta me propone escribirlo, lo acepté como un desafío y una manera de honrar esto que mi hermano ya se lo había planteado.

Desde el inicio planteaste el libro como un diario y además con muchas ilustraciones. Planeta me dio carta libre para proponer lo que yo quería. En esa línea, yo tengo un espacio en el que hago videos y tenía toda esta estética del collage, no había forma de que yo escriba un libro y no tenga imágenes, garabatos o texturas. Además llevo un diario hace 13 años, entonces ese era el formato en el que más cómoda me sentía y finalmente planteé el proyecto de esa forma para que me ayudará a crear. El duelo también te pone en un estado que reduce tus capacidades cognitivas, tu capacidad de concentrarte es mucho menor y lo del diario me ayudó a sacar este proyecto adelante.

Y “30 de abril” cumple su objetivo, atraviesa la zona del dolor, pero nos da esperanza. Es un poco mi deseo de ver el dolor convertido en luz, lo veo como un ciclo, no significa que yo terminé de escribir el libro y todo es hermoso, para nada. Es como que te sumerges en el petróleo, y luego sales de el, y en esa sumergida encuentras belleza, luego te vuelves a sumergir, y luego sales y cada vez le vas perdiendo el miedo al petróleo ; no es que desaparezca, solo que esa carga de miedo o de sentir que va a ser para siempre se va difuminando.