Por: Enrique Bustamante Ravina
Un 8 de diciembre de 1987, un avión de la Marina de Guerra del Perú hundió en Ventanilla al plantel entero de Alianza Lima: 43 vidas se iban con el mar, entre ellos jugadores, técnicos, barristas, dirigentes, árbitros y tripulantes. La conmoción y tristeza no distinguió camisetas y pronto dio la vuelta al mundo, quien respondió con innumerables gestos frente al luto de un país entero. Los famosos ‘potrillos’, llamados así por su juventud y porque en su mayoría eran jugadores de la cantera de Alianza Lima, quienes se perfilaban como el futuro de la Selección Peruana, habían perdido la vida a bordo del avión Fokker F-27.
El infortunio se dio luego de que el avión que los traía de regreso, después de jugar con el Deportivo Pucallpa, equipo al que derrotaron por la mínima diferencia con gol de Carlos Bustamante, y con lo cual se afianzaban como los líderes del certamen de ese año. Entre las víctimas se encontraban el entrenador Marcos Calderón y José Caíco’ González (tío de Paolo Guerrero), César Sussoni, Carlos Bustamante y Luis Escobar, quien era la figura y promesa del plantel. Algunos cuerpos nunca aparecieron.
El único sobreviviente, fue el piloto del avión Edilberto Villar, hombre que se ausentó de manera inmediata con especulaciones de haber abandonado el país con otra identidad. La teoría inicial de la falla humana –en particular el tema de la inexperiencia del piloto- se cimentó años después de aquella tragedia.
Pero más allá de aspectos puntuales o técnicos, lo cierto es que este accidente marcó un antes y un después en el club Alianza Lima. Estos jugadores venían de ganar un encuentro deportivo del campeonato nacional en la ciudad de Pucallpa, pero ese resultado pasó a un plano anecdótico.
Los días precedentes al infortunio fueron por demás complicados. Además de la sensación de tristeza, se recuerdan jornadas de oraciones, celebraciones religiosas y hasta peregrinajes. Los cuerpos rescatados fueron despedidos por los hinchas aliancistas en Matute, donde también se exhibió la pelota con la que jugaron en Pucallpa, la cual fue rescatada de los restos del avión. Del extranjero llegaron muestras de solidaridad de todo el mundo, desde Europa hasta Sudamérica.
Treinta y tres años después de la tragedia del Fokker, la memoria de ‘Los Potrillos’ y lo que pudo haber logrado ese equipo dirigido por Calderón son hoy parte de la consciencia pública del hincha blanquiazul.
El 8 de diciembre continuará siendo una fecha inevitablemente emotiva para los ‘íntimos’, así como siempre se escuchará, el himno compuesto para los fallecidos en la tragedia ‘De La Victoria a la Gloria’.
Frente al mar de Ventanilla se derrumbó una esperanza
En el mar de Grau descansan los hijos de la victoria
Pero ellos desde la gloria gritarán
Arriba Alianza .!!