El fútbol es tan mágico que no importa si te hace falta una pierna o un brazo para soñar y convertirte en un campeón. Eso lo saben los deportistas de la Asociación Nacional de Fútbol de Amputados del Perú (ANFAP) quienes se preparan para disputar las próximas eliminatorias sudamericanas rumbo al Mundial de fútbol de Amputados, que se realizará en Turquía en el 2022. Será la primera selección peruana de fútbol de esa categoría que participará en este evento internacional, que promete un espectáculo vibrante, con jugadas, paradas y muchos goles.

“Pese a la pandemia, hemos venido trabajando la parte física de forma virtual y ya después, poco a poco, con entrenamientos pilotos presenciales. Tenemos un grupo grande que es la preselección y vamos a ir trabajando para que el cuerpo técnico elija a fines de año a los que integrarán la primera selección peruana de fútbol de amputados”, señala Eduardo García, presidente de la ANFAP.

Actualmente son alrededor de 25 los preseleccionados, pero solo quince serán los convocados para vestir la ‘Blanquirroja’. La ilusión de representar al Perú en un campeonato internacional se ha convertido en una motivación y oportunidad de vida para estos deportistas que demuestran no tener límites para lograr sus sueños.

A diferencia del fútbol convencional, fútbol para amputados se juega en dos tiempos de 25 minutos cada uno con siete jugadores. Todos deben presentar una amputación en la pierna, excepto el arquero, quien tiene ambas piernas, pero una mano amputada. Los jugadores usan las muletas para correr en el campo de juego, sin embargo, no pueden tocar el balón con esa indumentaria ya que es considerado como falta.

Cabe mencionar que debido a la emergencia sanitaria, las fechas para las clasificatorias con miras al Mundial de fútbol de Amputados aún no han sido reprogramadas, pero se espera que en los próximos meses se establezca una agenda fija con fechas, sedes y los rivales a enfrentar.

REQUIEREN APOYO

García sostiene que la ANFAP cuenta con el reconocimiento de la Federación Internacional de Fútbol de Amputados (WAFF en inglés), sin embargo, aún no tiene representatividad oficial del Instituto Peruano de Deportes (IPD) por lo que no reciben ninguna asignación presupuestal. Es por eso que deben realizar rifas para costear los gastos en implementos deportivos y juntar una bolsa de viaje para las eliminatorias que se realizarán en los próximos meses. Pero hace falta más ayuda.

“Necesitamos indumentarias y materiales deportivos básicos como balones y muletas canadienses que son las que usan para este deporte. Tenemos un terapeuta físico y un técnico, ambos son adhonorem. Hemos recibido apoyo de empresas y sería bueno que más instituciones se sumen”, agrega.

Hace tres años, Eduardo García tuvo la iniciativa de involucrarse con el fútbol adaptado con la finalidad de integrar en este deporte a las personas con discapacidad. Posteriormente, tuvo conocimiento de que existía un campeonato para personas con amputación por lo que decidió formar la ANFAT e ir en busca de nuevos talentos. Así fue como se sumaron al grupo Juan Tafur (33) y Diego Marín, quienes juegan como arquero y delantero, respectivamente.

UNA HISTORIA DETRÁS DE UN SUEÑO

“Trabajaba vendiendo golosinas en un semáforo, en el distrito de Surco, cuando el presidente de la ANFAT me invitó a participar. Al comienzo fue un poco duro porque no hubo muchos amputados, pero luego más personas se fueron sumando”, señala Julio, quien es natural de la región Áncash.

Julio nació con una enfermedad congénita que alteró el desarrollo de su brazo izquierdo. Tuvo una infancia dura, ensombrecida por maltratos y discriminación debido su condición física. A los 11 años llegó solo a la ciudad de Lima con la ilusión de convertirse en un futbolista profesional, sin embargo, se topó con una realidad mucho más cruel. A su corta edad, la calle fue su hogar y su sustento de vida.

“Muchas veces he sido ignorado por la sociedad, y no solo yo sino también la mayoría de las personas con discapacidad. Eso es muy doloroso. Hay quienes piensan que somos una carga, pero lo que no saben es que somos igual a ellos. La única gran diferencia es que en nuestra vida hemos sufrido algún accidente o por cosas de la vida nacimos con una enfermedad”, comenta.

Hoy a sus 33 años, Tafur sigue luchando por superar las adversidades y ha encontrado en el fútbol adaptado una oportunidad para construir el sueño que tuvo desde muy pequeño. Además de ser parte de la preselección del equipo de amputados, Julio se prepara para ser entrenador de fútbol gracias a una beca que le otorgaron, en tanto, trabaja vendiendo golosinas en la avenida Golf los Incas debido a que no ha podido encontrar un trabajo estable.

Otro integrante de equipo es Diego Marín (19), quien llegó al grupo a través de una convocatoria por las redes sociales. A Marín tuvieron que amputarle la pierna derecha a los 16 años debido a que su extremidad inferior no desarrolló igual que el lado izquierdo. Marín es el atacante del equipo y anhela representar al país en un torneo internacional. “¡Y por qué no lograr un título para el país!”, exclama el joven deportista.