En el 2021, el “Chino” colgó los botines, pero nunca pensó en dejar el deporte y decidió incursionar en el jiu-jitsu, donde ha tenido vivencias totalmente distintas.
En el 2021, el “Chino” colgó los botines, pero nunca pensó en dejar el deporte y decidió incursionar en el jiu-jitsu, donde ha tenido vivencias totalmente distintas.

Por: Jerry Bautista

En la cancha, mientras fue jugador profesional, Orlando Contreras siempre fue aguerrido y competitivo. Ahora, teniendo el deporte en mente de forma permanente, esa actitud la traslada al jiu-jitsu -disciplina en la que incursionó junto a sus hijos-, pues entrena a diario en Aether y no descarta la posibilidad de ser maestro. “Cuando eres adulto, pasas por cinturones blanco, azul, morado, marrón y negro. Con cinturón negro, que no cualquiera obtiene, ya tienes un rango alto para poder enseñar”, reveló.

¿Qué tal ha sido este período lejos del fútbol? ¿Cómo lo has llevado?

El tema del retiro profesional es algo de lo que he conversado mucho. Siempre he tratado de generar conciencia sobre eso, porque es supercomplejo. Es una especie de luto, cambias tu personalidad y hábitos. Para mí, fue una transición media pesada. Gracias a Dios, tuve la posibilidad de prepararla, cambiar de deporte y tener otro trabajo de manera rápida, pero sí me costó bastante.

Una lesión te quitó continuidad en el cierre de tu carrera. ¿Eso te dejó inconforme?

Sí. Me operaron de los meniscos hace mucho tiempo, más la artrosis y la rodilla desgastada por el fútbol… no la pasé bien en mi último año. Sabía que era momento de retirarme y todavía quedan algunas secuelas de haber llevado el cuerpo tantos años al deporte.

Viendo tu carrera, ¿te quedó una espina de que pudiste conseguir algo más?

Fui tres veces campeón nacional, asistí a la selección peruana y tuve tres chances de jugar en Europa, pues vinieron del Brujas, Anderlecht y Sivasspor. Si bien no se concretaron, siempre he creído que por algo pasan las cosas. Hubiera sido lindo jugar afuera, aunque no es como si fuera una espina. Estoy agradecido con todo lo que me tocó vivir y por estar con una gran generación de futbolistas. Llegué a compartir algún entrenamiento con Claudio Pizarro, “Ñol” Solano, Jefferson Farfán, Paolo Guerrero o Juan Manuel Vargas. El fútbol me dio muchas bendiciones como para quejarme de algo.

Ahora, practicas jiu-jitsu…

Sí, ya soy cinturón marrón. Fue todo un reto empezar. Lo practico con mis hijos, quienes también son supercompetitivos. Yo, por las lesiones, no compito, pero sí entreno todos los días. Es una materia con sumisiones, controles y palancas... como defensa personal, es espectacular. Creo que es lo que más me ayudó cuando me retiré del fútbol. Siempre he sido competitivo y la idea de poder aprender, para llegar a ser cinturón negro, significó un crecimiento que hizo que tenga una nueva ilusión.

¿Desde siempre te gustó o cómo nació ese vínculo?

Siempre me gustaron las artes marciales. Mientras jugaba fútbol, hacía un poco de box y muay thai. Me gustaban esos deportes para botar energías, me tranquilizaban mucho. Después, cuando me retiro, mis hijos empiezan a hacer jiu-jitsu y me llamó la atención poder aprender junto a ellos. Y no solo es eso, sino también generar un vínculo con mi familia. Compartimos, aprendemos, peleamos juntos... es superentretenido poder cruzar ese camino con ellos.

¿Cuán importante es el deporte para afrontar la vida?

Por lo menos, en mi casa, el deporte es obligatorio. Sea competitivo o lúdico, es obligatorio. Principalmente, por salud física y mental. Además, por los valores que te enseña. Si yo tuviera que darle un consejo a los padres o a la gente en general, sería: haz deporte. Es el antidepresivo menos valorado. Te enseña a ganar, a perder y a tolerar la frustración. Estamos hechos para movernos y no conocer las capacidades de tu cuerpo es un desperdicio. Incluso, un arte marcial te da una confianza diferente ahora, en épocas de bullying y de personas abusivas. Por ejemplo, sé que tengo herramientas para defenderme y controlar ciertas situaciones, eso me hace una persona calmada.

Haciendo una comparación entre el fútbol y el jiu-jitsu, ¿qué diferencias encuentras, al margen de la práctica?

Voy a decir algo que no sé si sea políticamente correcto. En el fútbol, mientras más creces, mientras más prensa y exposición tienes, el ego es un poco más grande. Hay jugadores que pueden manejarlo mejor; en tanto que otros tienden a marearse un poquito, es normal. Seguramente, me pasó a mí también. Con la televisión, exposición, selección, te mareas un poco y el ego es más alto. En jiu-jitsu, es al revés, porque para que llegues a ser cinturón avanzado, significa que estuviste entrenando durante años y, en ese tiempo, te han hecho rendir, te ha dolido todo y, por decirlo así, hubo personas que trapearon el piso contigo. Entonces, eres mucho más humilde. Lo más gracioso es que las personas que más conocen en este deporte, son más humildes, porque el mismo deporte te enseña a serlo.

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