La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, recibió hoy al volante Tinga, jugador del club Cruzeiro, y al árbitro Marcio Chagas, víctimas de agresiones racistas en las últimas semanas, a fin de reafirmar su campaña contra todo tipo de discriminación durante el

"Fue una cita importante porque mostró que la presidenta está preocupada con lo que ocurrió conmigo, con Marcio y con Arouca", dijo tras la reunión con la Rousseff.

La mandataria subrayó que el Mundial de Brasil, país en el que el 50,7% es afrodescendiente, será un evento contra el racismo.

Rousseff ya había manifestado su solidaridad para con los futbolistas brasileños agredidos por su color y para dejar clara su posición, los reunió hoy en la sede de la Presidencia.

"Tuvimos la oportunidad de conversar con ella sobre otras cosas que ocurren en el país en términos de prejuicio. Esperamos que podamos concienciar a la población que el respeto es un factor de educación", afirmó Tinga, quien le regaló a la jefe de Estado una camiseta del Cruzeiro, tradicional rival del Atlético Mineiro, el equipo de corazón de Rousseff.

Tinga fue blanco en febrero pasado de insultos racistas en la ciudad de (Perú) durante un partido de la Copa Libertadores entre el Cruzeiro y el Real Garcilaso.

En tanto, Marcio Chagas fue repetidas veces tildado de "mono salvaje" cuando se desempeñaba como árbitro el miércoles de la semana pasada del partido entre el Esportivo y el Veranópolis, por el campeonato regional del estado de Río Grande do Sul.

El volante Arouca, jugador del Santos y que no pudo acudir a la cita con la mandataria, fue blanco de insultos racistas el jueves de la semana pasada al final del partido en que su equipo se impuso a domicilio por 2-5 al Mogi Mirim, con un gol del jugador, y certificó su clasificación a la próxima fase del Campeonato Paulista.

En la reunión entre Rousseff y las víctimas de racismo también participaron el ministro de Deportes, Aldo Rebelo; la secretaria de Igualdad Racial, Luiza Bairros, y el secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho.

EFE