Cada barrio tiene un corazón que late desde temprano: la bodega. No es solo un lugar para comprar, sino un espacio de confianza, comunidad y esfuerzo diario. El 12 de agosto, Día del Bodeguero, se reconoce a los más de 535 mil emprendedores que, con dedicación y sacrificio, sostienen gran parte de la vida cotidiana del país, según la Asociación de Bodegueros del Perú (ABP).
Kapuy Market: un legado familiar con mirada al futuro
En Pueblo Libre, Junior Estelita creció entre botellas y estantes en la bodega que sus padres, migrantes de la selva, abrieron hace 25 años. Hace tres años, asumió el liderazgo tras la operación de su padre y decidió transformarla en Kapuy Market. “Quise darle un ADN propio, apostar por la tecnología y nuevos medios de pago”, cuenta.

El negocio, que lleva un nombre quechua que significa “tener”, reúne a toda la familia en distintas tareas. Junior, estudiante de comunicación audiovisual, también usa TikTok para mostrar con frescura la vida del canal tradicional. Su formación en la Escuela de Negocios del Sistema Coca-Cola le permitió potenciar la gestión y convertirse en embajador de la iniciativa. “Si vas a tener una bodega, conviértela en la mejor de tu zona… y para eso hay que capacitarse y trabajar duro”, afirma.

Bodega Breysi: amor y trabajo de la mano
En San Martín de Porres, Sonia Chávez lleva 22 años al frente de la Bodega Breysi, que inició junto a su esposo como un proyecto de vida. “Queríamos algo propio que nos permitiera estar cerca de la familia”, recuerda.

Aunque enfrentaron robos y días sin ventas, nunca cerraron. Hoy, sus dos hijas son profesionales en camino y el negocio sigue siendo un punto de encuentro para clientes que confían en ellos desde hace décadas. “Coca-Cola fue la primera empresa que confió en nosotros, nos dio nuestro primer equipo de frío y eso nos ayudó a crecer”, relata.

Un símbolo que acompaña generaciones
Historias como las de Junior y Sonia reflejan el papel esencial de las bodegas como alma del barrio. Desde hace 90 años, Inca Kola ha estado presente en estos espacios, formando parte del tejido social y cultural del país.
Más que un refresco, la bebida dorada es un símbolo de lo hecho en casa, que ha crecido junto a los bodegueros del canal tradicional y acompaña a millones de familias peruanas dentro y fuera del país.