La falta de crecimiento económico en el Perú se debe, en parte, a que se dejó de sembrar en 2021 y 2022, señala Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE). Afirma a Correo que el Gobierno no es claro en lo que quiere lograr, pero las expectativas deberían mejorar para que en 2024 haya más inversión y empleo porque la caja fiscal empieza a llegar a su límite.

¿La economía peruana está o no en recesión?

No hay consenso claro sobre lo que significa este término. No es solo la contracción del PBI durante dos trimestres consecutivos, también hay componentes de consumo, de empleo, etc. Lo que sí es cierto es que la desaceleración fuerte del segundo trimestre no la esperaba nadie y es motivo de preocupación. Perú no puede crecer al 1% anual, es casi lo mismo que crecer 0% en términos per cápita. Más allá de si le decimos recesión o no, es un campanazo de alerta de que el Perú no puede crecer por arte de magia, como algunos creen; hay que dar las condiciones y trabajar.

¿La inversión podría tener mejor resultado en el 2023?

Difícil revertir este año. Las expectativas son de una caída del 5% y ya vamos en agosto. Las decisiones de inversión, además, toman tiempo en madurar. La falta de movimiento económico que vemos hoy es en parte consecuencia de lo que se dejó de sembrar en 2021 y 2022. Lo que sí debería suceder es que las expectativas poco a poco empiecen a mejorar mientras se asienta el gobierno para tener un 2024 con más inversión y empleo.

¿Qué debe prioriza el Gobierno para generar más confianza?

El Gobierno debe comprarse en serio la puesta en marcha y aceleración de grandes proyectos de inversión, como Majes y Chavimochic, por ejemplo, para agricultura. En minería están Tía María, Zafranal, San Gabriel y ampliaciones importantes en Las Bambas y Antamina. Tenemos inversiones grandes y chicas en comercio que están paradas por permisos irrelevantes.

¿Las señales del Gobierno aún son débiles?

El Gobierno no es muy claro sobre qué es exactamente lo que quiere lograr. El Ministerio de Economía no hace un mal trabajo, pero se siente falta de claridad desde la Presidencia. Se vio en el mensaje de 28 de julio. De otro lado, la prensa internacional, en promedio, vendió la imagen de un país en una situación social algo más complicada de la que enfrenta en verdad. Es cierto, hay expectativas en negativo y una estabilidad política precaria, pero el Perú sigue con buenas bases económicas, en las que mal que bien siguen vigentes las reglas de juego, con instituciones que las aguantan. Por su propio peso, con un Gobierno que irá ganando mayor confianza, Perú debería mejorar su imagen.

¿La pobreza aumentará si la economía crece menos de 2%?

Es difícil predecir cualquier cifra económica y las sociales mucho más. Lo que sí es cierto es que es imposible tener una caída sostenida de la pobreza creciendo al 1% o 2%. Podría ocurrir algún año en particular, por efectos transitorios de transferencias sociales o quizá inflación. A mediano plazo se necesita crecer sostenidamente más de 4% para hacer retroceder la pobreza.

¿Deben seguir los bonos?

Las transferencias deben siempre estar focalizadas a la población más vulnerable. Ahora se entregan bonos por tipo de profesión -pescadores, guías turísticos, agricultores, etc.- y no es lo correcto. Ya no tenemos una situación excepcional como la del Covid que justifiquen transferencias adicionales. La caja fiscal empieza a llegar a su límite.

¿Se incumpliría la meta de déficit fiscal para este año?

En caso de cumplirse todas las promesas de gasto del discurso de 28 de julio, se incumpliría la meta fiscal. Ojo que este año los ingresos fiscales están a la baja respecto de 2022 en parte porque los precios de los minerales cayeron, pero el gasto no se ha ajustado y se genera un problema de fondo porque seguimos gastando como si la economía estuviese creciendo fuerte, pero no es cierto.

¿Se debe apelar a la Iglesia para focalizar la ayuda?

Quizá en algunas ocasiones la Iglesia u otras organizaciones sociales pueden ayudar a identificar beneficiarios y distribución de bienes, pero no debe ser el estándar. El Estado debe desarrollar sus propias competencias. Se tiene problemas de filtración y de subcobertura en programas sociales, aunque menos que antes. Se requiere ser más innovador en la identificación de hogares. Hoy existe tecnología de amplia penetración y barata, pero no la usamos. Ahí falta interés político

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