Marcelo Oxenford: “No buscamos actores, sino gente de bien”
Marcelo Oxenford: “No buscamos actores, sino gente de bien”

El teatro es una de las artes más apreciadas, pero también de las de más difícil acceso para la mayoría de la población. Pensando en las personas de escasos recursos, Marcelo Oxenford, de la mano con el Gobierno Regional del Callao, ha impulsado una elogiable iniciativa que busca enseñar teatro en las escuelas y difundir este arte por todo el Primer Puerto.

¿Cómo comienza este compromiso de promover el teatro en el Callao? Trabaje con Félix Moreno cuando fue alcalde del Callao. Después, él pasó a la región. En ese momento ya existía el teatro móvil, pero las operaciones no se realizaban de manera tan eficiente como ahora. Entonces, cuando yo regreso a la región, se nos ocurren dos cosas: hacer un tráiler de teatro y que fuesen maestros a los colegios del Estado a dar clases.

¿Cómo ha sido la acogida del Teatro Barrio? Nunca pensamos que iba a haber tanta acogida. Hoy estamos acá, mañana vamos a Pachacútec y pasado a Ventanilla. Ponemos 500 sillas, pero no alcanzan. Es un éxito. Vamos a muchos lugares donde la gente no tiene poder adquisitivo para apreciar una obra. Yo he estado en barrios muy humildes, y la gente cómo me hablaba del teatro en esos lugares. Me decían: ‘Quise ir a ver a Cattone, pero no pude porque no tenía plata’. Cuántas personas se encuentran en la misma condición.

En lo personal, ¿qué significa esto para ti? A mi edad, y con 37 años en el teatro, esto me ha dado una tremenda enseñanza. ¿Por qué? Porque he llegado a lugares que nadie se imagina. Yo voy Pachacútec a las 7 de la noche donde en invierno la temperatura llega a 3°C, baja la neblina y no ves a veinte metros. No suelen llegar personas por ese lugar, y cuando me ven, no lo pueden creer. Pero yo soy un cualquiera. Como se dice: ‘En el país de ciegos, el tuerto es rey’. La gente te entrega un cariño y te pone el corazón en la mano.

¿Cómo beneficia el Coleteatro? Habría que hacer un seguimiento para darse cuenta de lo magnífico que es esto. Visité colegios donde los chicos eran pandilleros. Un día, un muchacho vino con un cuchillo clavado en el vientre, y ahora está cambiado. No digo que sean angelitos, pero así los alejamos de la tentación. Me acuerdo siempre de un alumno que no prestaba atención. Un día le pregunté qué le pasaba, y él me respondió: “Nada, profe”. Al principio era muy cerrado, pero después se sinceró. Su papá estaba preso, su mamá tenía tres novios, a su hermano lo mataron cuando lo encontraron robando. Eran siete hermanos, él tenía 14 años, y ya lo querían meter en ese mundo, pero él no quería. Te puedo asegurar, con todo orgullo, que si no es el mejor de los alumnos que tengo, está en camino de serlo.

¿Qué cambios o avances has visto en los jóvenes? Muchísimos. Otra cosa que aprenden los chicos es la responsabilidad. Antes ellos no hacían las tareas, ahora se esfuerzan. Me siento bien de ver cómo se esmeran. Eso es lo que nosotros queremos. No buscamos actores, sino gente de bien, y te aseguro que el teatro ayuda muchísimo.

¿Te gusta enseñar teatro? Yo estoy muy agradecido con el Perú, pues tengo 32 años viviendo aquí. No me voy a hacer peruano porque mi bandera es celeste y blanca. Cuando me preguntan a quién quiero más, siempre doy la misma respuesta: “Mi madre se llama Argentina, mi esposa se llama Perú. Son dos amores incompatibles. Yo no puedo amar a mi mamá como quiero a mi esposa”. Siento mucho agradecimiento. A mí el Perú me brindó amor, una hija, una carrera para mis cuatro hijos mayores, una buena relación con mi exesposa, muchos amigos y una buena vida. Todo gracias a este país. Lo poco que puedo hacer por el Perú es tratar de firmar el cheque que ustedes me dieron en blanco.

¿Qué tal ha sido la acogida del público? Infernal. Pachacútec, Puerto Nuevo, los Barracones, Sarita Colonia... Yo voy a todos lados y la recepción es maravillosa, el trato con todos es bueno. Nunca nos ha faltado seguridad, no necesitamos policías, nosotros somos los policías. La gente nos quiere mucho.

¿Algo que siempre quisiste hacer? Sueños incumplidos, tengo muchos. Sería feliz si la gente pobre tuviese acceso, aparte del teatro, a servicios básicos, pues hay barrios que no los tienen. Hay tantas cosas que uno quiere hacer. Me considero un hombre feliz. No creo en la felicidad completa, pero sí he tenido grandes momentos de dicha, aunque también de tristeza. Si pongo todo en una balanza, gana con amplitud la felicidad.

CIFRA

500 sillas se colocan en la vía pública durante cada función de Teatro Barrio.

40 colegios chalacos aproxima-damente adoptaron el Cole-teatro.