El segmento de 18 a 24 años tiene riesgo más alto al no tener mayor experiencia en el uso del crédito. (Foto: GEC)
El segmento de 18 a 24 años tiene riesgo más alto al no tener mayor experiencia en el uso del crédito. (Foto: GEC)

En reciente informe de Equifax y Emprende UP se dio a conocer que en el 2020 hubieron 6,8 millones de deudores morosos con atrasos mayores a 30 días en el sistema financiero y comercial (deudas comerciales, de servicios, tributarias, protestos y préstamos de microfinancieras no reguladas por la SBS).

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Asimismo, el estudio reveló que la morosidad en tarjetas subió más que otras modalidades de préstamos durante la pandemia. Unos 406 mil tarjetahabientes registraban atrasos en sus deudas al cierre del 2020. La mora se elevó especialmente entre los jóvenes de 18 a 24 años.

Para contrarrestar estos índices se tomaron algunas medidas como reducir las líneas de crédito, cambiar las deudas de tarjetas por préstamos personales y se cancelaron algunos plásticos. Asimismo, algunas entidades establecieron límites para compras en Internet con tarjetas de crédito.

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Arturo García Villacorta, profesor de Finanzas de ESAN Graduate School of Business, comentó que definitivamente si los resultados arrojan una mayor morosidad en ese segmento, hay que tomar medidas para cortar el riesgo, y en función del comportamiento darle disponibilidad de línea, por lo menos hasta que la persona se ordene financieramente.

“La pandemia ha generado que muchas personas vean afectado su nivel de ingresos y lo compensen con el uso de la tarjeta de crédito, y eso aumente la morosidad. El segmento de riesgo más alto es el que no tiene mayor experiencia en el uso del crédito, hablando de personas de edades entre 18 a 24 años. Los que por primera vez tienen crédito muchas veces hacen compras emocionales. Por eso se dan las medidas de acotación de líneas en el sistema financiero”, comentó el docente.

A su vez, dijo que el e-commerce de alguna manera facilita la compra y puede hacer que sea incluso más impulsiva. Sin embargo, aclaró que es un canal que el sistema financiero no puede obviar, al estar ligado al desarrollo de la tecnología.

Lo que sí es posible es delimitar el uso para compras por este canal. Es decir, así como se limita la línea para disposición de efectivo, y se reduce la línea al monto utilizado al cierre de un mes, también se puede limitar el monto máximo de utilización para compras online.

Por su parte, la experta financiera Fátima Villavicencio, socia senior del Estudio Muñíz, refirió que lo que está pasando es que la banca está tratando de proteger al cliente y a la propia institución.

“Por el lado del cliente porque el gasto que tenía, vía tarjeta de crédito, no pagado es muy caro, los intereses son altísimos, y si el cliente está con problemas de caja, permitirle que siga ‘cargando’ la tarjeta con consumo que no va a poder pagar, lo único que se va a lograr es un incremento fuerte de la deuda”, indicó.

Por otro lado, expresó, también debe protegerse el banco o al sistema, pues lo ideal es mantener una cartera lo más sana posible, a efecto de no enfrentar la obligación de tener que provisionar créditos que probablemente no se puedan pagar.

En esa misma línea, Yang Chang, docente del Posgrado en Finanzas de la Universidad de Piura, adujo que el recorte de línea es una alternativa para que la entidad financiera ajuste el riesgo de su cartera si considera que el cliente ha aumentado su nivel de riesgo.

Como consecuencia de ello, la entidad reduce la severidad del probable default. Esto se debe hacer de la mano de una evaluación de la capacidad de pago de las personas y del scoring que maneje la entidad financiera, apuntó. “Esto puede ayudar a mejorar los indicadores de mora”, finalizó.

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