Lucho Quequezana: "“Un verdadero músico quiere tocar toda su vida”"
Lucho Quequezana: "“Un verdadero músico quiere tocar toda su vida”"

En Cabina Libre, el estudio que Lucho Quequezana fundó en el 2002, no hay repisas ni rastro de todos sus premios. En su lugar se hallan unas figuras de acción de Star Wars, todos los instrumentos que pueda necesitar y algunos detalles de su próximo espectáculo, “Sonidos Vivos”. Este último, un proyecto que inició como un reto temerario: encontrar artistas de otros países y enseñarles a tocar música peruana en 60 días. La misión se cumplió, obteniendo la distinción a la mejor performance en la historia del programa Residencia Unesco. Ahora este equipo se prepara para su siguiente desafío: realizar un espectáculo en el Estadio Nacional. ¿Qué pensaría Lucho Quequezana si le hubieran contado esta historia hace quince años? “Me hubiera matado de la risa”, comenta.

¿Qué objetivos te habías propuesto cuando empezaste como solista?

No tenía objetivos y creo que eso me ha permitido ser feliz tocando. Si me preguntan cómo me veo de acá a diez años, no tengo la menor idea. Lo que sí tengo son visiones y proyectos, pero nunca me imaginé que tocaría en el Estadio Nacional, que viajaría tanto o que tendría un programa de televisión.

O que te nominarían al Grammy...

Cuando me llegó la nominación fue alucinante porque considero que no estoy en la música por los premios. Creo que quien se mete en este ámbito para ser famoso no es músico. Para ser popularpuedes hacer cualquier tontería. El músico verdadero quiere tocar toda su vida, que es distinto. Si eso trae reconocimientos, bienvenidos sean. Con o sin premios, yo no dejaré de tocar, pues es lo que marca mi vida.

Después de este concierto, ¿qué viene para “Sonidos Vivos”?

La idea es que comience a incluirse cada año un país nuevo. En este concierto, a raíz de la gira que hice el año pasado en Japón, ha participado un genio como Akihito Obama. Lo que queremos es que las culturas y músicos del mundo miren al Perú como un foco importante del cual puedan beber. La música, con toda su diversidad, tiene un potencial que no estamos viendo para conquistar el mundo.

Cuando te vas de gira, no solo realizas espectáculos para la comunidad peruana...

Esa es la idea. Me encantan las comunidades peruanas, pero ellas deben de ayudar a que más público nacional descubra nuestra música. Si no, es como si no saliéramos del país. En Japón hicimos un concierto para los japoneses y otro para la comunidad peruana. Fue lindo y muy emotivo.

Ya habías conocido a los príncipes japoneses cuando vinieron de visita al Perú, ¿sabías que irían a verte?

No, casi me muero. Fue todo un evento, pues la prensa estaba sorprendida. Al final, nos saludaron y el príncipe me confesó que escuchaba mi disco en su carro y que estaba aprendiendo una de mis canciones. Fue alucinante. Lo más bonito es que el concierto terminó en un ‘fiestón’, y ahí ya no existen realezas. Son seres humanos disfrutando de la música y del Perú.

Tus conciertos siempre acaban en un ‘fiestón’, y se trata de música instrumental...

Es que hay un prejuicio. Cuando la gente escucha estos sonidos piensa “me voy a dormir”, pero la música es música; así sea instrumental, cantada, en chino, o en el idioma que sea. Lo que se comparte es una energía fuerte y la gente termina saltando como si se tratase de un concierto de rock.

¿Cuál es el siguiente rumbo que tomará tu música?

Con Kuntur estamos tocando un poco de “Combi”, pero ahora ya está entrando otro “ají” en la comida. Seguiré en la misma línea, pero apuntaré a un tercer disco que será un poco distinto.

Te costó mucho, pero lo has conseguido...

En realidad me sigue costando, porque cuando dejas de nadar, te hundes. Sí se puede vivir de la música, pero no es fácil. Todo el tiempo estás pasando barreras. Para mí, fueron como olas que me revolcaron por años, aunque no me imagino vivir sin la música. Aún hay muchas cosas por las que tengo que bracear y remar como loco.

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