Director Gerente en Educación, Escritora y Poeta. Pertenece al Directorio Mundial de Literatura, Historia y Cultura. (Foto: Cortesía)
Director Gerente en Educación, Escritora y Poeta. Pertenece al Directorio Mundial de Literatura, Historia y Cultura. (Foto: Cortesía)

Docente matemática de pasión y profesión, Ada incursionó en las letras desde temprano, aquí una muestra de su labor como escritora.

¿Cómo fueron tus inicios en la poesía?

Empecé a escribir poesía en mi adolescencia. La primera fue para mi mamá y luego para mi papá, y por otras actividades que se daban en el colegio. Mis amigas me pedían que escribiera para sus amores también. Me inspiraba la naturaleza y los acontecimientos que se presentaban los iba captando para escribir.

¿Qué le motivó a publicar el libro La flor de Texao y yo, y cuál es su importancia? 

Me gusta observar la naturaleza y también investigar. Haciéndolo, me encontré con la flor del Texao como símbolo de Arequipa. Me acordé de que, cuando fui de paseo a la ribera de una acequia en Yumina, me impresionó su forma y color. Y de ahí surgió la idea de nombrar mi libro con ese nombre y publicar poemas alusivos a Arequipa.

La flor del Texao es símbolo de Arequipa. Y por la investigación realizada por instituciones y personas, encontré que no es muy conocida como símbolo arequipeño y, además, ahora se encuentra en peligro de extinción. Es momento de que se le dé importancia y se fomente la siembra de esta planta, que puede crecer hasta en una maceta.

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¿Quiénes contribuyeron en la publicación de su libro?

Mi esposo Gustavo, quien es mi compañero, me anima y motiva permanentemente para que escriba. Mi hija Teresa y mi hijo Helbert, quienes financiaron este proyecto. Mi hijo Gustavo, motivándome. Mi hija Lourdes, quien se encargó de la ilustración del libro. Y mi editora Patricia Apaza, de Almandino Editores.

Mi hija me ayudó con la ilustración y me siento feliz por contar con su apoyo artístico en cada uno de mis proyectos.

¿Tuvo acogida el libro?

Me siento agradecida por la acogida de los lectores puneños. Nací en Puno, en la provincia de Melgar, en el distrito de Antauta, lugar donde mis padres tenían una hacienda. Allí aprendí a amar la naturaleza, a escuchar el murmullo del río, el verdor de los pajonales, los cerros con pastizales, su elegante kenamari con su manto de nieve, a ver las manadas de ovejas, alpacas y llamas. El exuberante lago Titicaca. Algo que ya quedó grabado en mi sentimiento de niña.

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¿Es importante el apoyo de la editorial en la difusión?

Definitivamente, el apoyo de la editorial Almandino, en la persona de la señorita Patricia Apaza, fue determinante para que la publicación y difusión del libro La flor de Texao y yo fuera un éxito.

¿Considera importante que el escritor se capacite constantemente?

Pienso que sí, es importante capacitarse. No terminamos de aprender y capacitarnos nos ayuda a mejorar nuestra forma de escribir, porque siempre tenemos que saber cómo aplicar las técnicas literarias, tantas cosas que hay por aprender. Así como ser un buen lector para captar las diferentes formas de pensar de los demás escritores y alimentar el vocabulario para poder escribir con mayor facilidad lo que queremos expresar.

Si tuviera que recomendarnos alguna obra clásica, ¿cuál sería? La Ilíada y la Odisea, de Homero; La Divina Comedia, de Dante Alighieri; El Profeta, de Gibran Khalil Gibran; y otras.

¿Qué mensaje les dejaría a los jóvenes poetas?

Que vivan el presente, que no dejen de ser jóvenes y, si tienen la espina de la poesía, la saquen y la transformen en una pluma sin temores, que los lleve a la poesía para publicar sus escritos con ese espíritu valiente, que enfrenten las críticas y aprendan de ellas para avanzar, que sigan escribiendo y no dejen de hacerlo. Que tienen su página blanca para llenarla de su creación literaria.

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