Jose María Zevallos es un próspero agricultor de Sachaca y este año sembró 18 hectáreas de ajo chino con la esperanza de recuperar la pérdida del 2017, pero la suerte no lo acompañó, por el contrario, el precio se estancó en un sol el kilo.

“Esta ha sido la última vez que siembro, con la pérdida me retiro de la agricultura, no se puede trabajar contra nuestra economía, ya perdí mi capital”, comenta mientras dirige al personal que está cosechando el producto.

El ajo en Arequipa se recoge luego de nueve meses, tiempo durante el cual se aplica abono, riego, y cuidarlo de las enfermedades, sobre todo el royal que suele atacar los sembríos por la elevada temperatura y puede dañar gran parte del fruto.

Zevallos gastó casi 40 mil soles por hectárea y ahora con la cosecha que debe llegar a los siete mil kilos solo va a recuperar el 50% del gasto.

Perjudicados. En la Ciudad Blanca hace más de 10 años los hombres de campo dejaron de sembrar cebolla, cultivo que era rentable, porque otros sectores se inclinaron por el producto generándose una competencia. Así tuvieron que optar por el ajo, especialmente en los distritos de Tiabaya, Sachaca y Hunter.En Arancota, Donato Delgado, Celín Díaz y Eduardo Mamani, son pequeños productores, pero también han sido afectados por el bajo precio.

“Este problema se arrastra del año pasado cuando las primeras cosechas se vendieron a cuatro soles el kilo, luego bajó a un sol y ha permanecido así, son dos años de pérdida”, comentaron.

En su apreciación, hace 15 años el sector agrario está olvidado por el Gobierno Nacional y si no cambia su política es posible que en pocos años los terrenos sean vendidos para otros usos o simplemente queden abandonados por la falta de un apoyo decido. “La problemática agraria debe ser analizada como una prioridad”, acotaron en declaraciones a Correo.