Rodrigo Llosa Sanz, escritor, presenta su próximo libro "Mexia". Foto: Cortesía.
Rodrigo Llosa Sanz, escritor, presenta su próximo libro "Mexia". Foto: Cortesía.

Colaboración: Boris del Carpio

Rodrigo Llosa Sanz se considera un cusqueño nacido en Arequipa. Ha pasado tres años consultando archivos y leyendo todo lo publicado sobre la provincia de Islay, además de entrevistar a más de 120 personas para su próximo libro “Mexia”, junto a la serie documental del mismo nombre.

Graduado de ingeniero mecánico en la PUCP, especializado en automatización, hizo ingeniería en GyM – Cerro Verde y fue gerente de proyecto en Bosques del Chili. Publicó el libro de poemas “Ectópico” (fuera de lugar) y el 2024 presentó su libro digital “Joyas de Mejía: madera para la historia”. Produce audiovisuales para los que compone la música y es un indómito ciclista, ha recorrido Puquio – Pampachiri, Arequipa – Cusco y otras rutas de largo aliento.

¿Cuál fue tu motivación para escribir “Joyas de Mejía”? Promover el orgullo por nuestras casas de antaño y su conservación. Es parte de un proyecto más grande que llamo “Mexia”. Pienso publicar 500 años de historia local por partes. El libro contiene datos inéditos sobre el origen y trayectoria republicana del balneario, junto a la historia de las 46 casas antiguas. Otro componente del proyecto es la serie documental para difundir la historia y dejar un registro para el futuro de cómo es actualmente Mejía y quiénes son las personas que mejor la conocen, además de aportar miradas externas de especialistas.

¿Qué significado tiene la X de “Mexia”? Tiene varios. Así se escribía el apellido Mejía en el siglo XVI, la marca usual en un mapa, también una incógnita--la famosa X matemática—o una corrección, como tachar un error por los datos locales que no eran ciertos, como que Mejía tuvo fundación o que Mollendo fue hechura de Meiggs cuando fue Backus quien la sugirió.

¿Qué elementos forman el auténtico espíritu de Mejía? Para mí, es su espectacular geografía. Es el encuentro del desierto, las lomas, la vegetación, los barrancos y las playas con el mar. Fue un balneario preferido en el siglo XIX por personas con una sensibilidad especial: políticos, empresarios, familiares de presidentes, cuando los teníamos de verdad. Para saber más, el libro está en internet, es gratuito. Es curioso que Mejía no tiene plaza de armas, sino dos plazas contiguas, como Mollendo.

¿Cómo ha sido tu relación con Mejía? Mi bisabuelo, Bruno Isenrich, fue el cónsul suizo en Arequipa. Compró en La Isla de Mejía una casa de madera para sus hijas, mi abuela cusqueña y su hermana. Mis cuatro abuelos veranearon allí. Cada año, mis padres viajaban desde el Cusco al balneario donde hoy vivo. Llegábamos en una vieja camioneta, cuando gran parte de la carretera era de tierra, hablo de los años ‘90. Yo era un niño serrano, tímido, pero intrépido. Lo sigo siendo. Creo que nadie me ha dicho nada porque mis dos abuelos eran médicos reconocidos que aportaron a la comunidad como ahora intento hacerlo. Nos enseñaron a quejarnos menos e involucrarnos más. Por la universidad y los trabajos, no volví durante una década, pero aquí estoy de nuevo haciendo este proyecto.

¿Qué importancia tuvo el puerto de Chule? Fue el nombre prehispánico de la bahía entre el valle de Tambo y Mollendo. Este puerto oficial y bien documentado pertenece al siglo de la fundación hispana de Arequipa y termina con la erupción del Huaynaputina, en 1600. La cuenca del volcán es la del río Tambo, que fue una de las zonas más afectadas. Chule fue una puerta principal del sur peruano durante medio siglo. Un puerto, aunque sea un pequeño desembarcadero, es el inicio de una ruta comercial, el comienzo de muchas familias. Chule es el enigmático pasado colonial de Mejía y Mollendo.

PERFIL

Rodrigo Llosa Sanz. Graduado de ingeniero mecánico en la PUCP, especializado en automatización, hizo ingeniería en GyM – Cerro Verde y fue gerente de proyecto en Bosques del Chili.

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