Arequipa: El olvido de la hacienda San José en Yarabamba

Incrustada en medio de la campiña del distrito de Yarabamba, en el anexo El Cerro, se encuentra la casona o conocida como hacienda de San José, una de las joyas arquitectónicas coloniales de Arequipa que se encuentra abandonada y que ha sido violentada innumerables veces por huaqueros buscadores de tesoros.

Los lugareños afirman que dichos tesoros son celosamente cuidados por el “Muki”, una especie de duende andino que ha convertido a esta construcción de sillar y cal en su hogar. Cuando la gente pasa en la noche por la zona y aquellos que beben licor en la hacienda cuentan las experiencias sobrenaturales que han tenido.

El montañista y gestor cultural, Juan Iván Contreras, informó que la estructura fue levantada en 1788 por la familia española Málaga Málaga. Sin embargo, esta construcción es devorada por el tiempo y el olvido, considerado que es una de las primeras casonas de Arequipa.

“Los vecinos de los distritos de Quequeña y Yarabamba la llaman la bóveda, pocos se atreven a ingresar en ella debido a que se está derrumbando poco a poco y porque su acceso es limitado debido a la malesa que ha crecido en sus habitaciones”, señaló.

No obstante, Contreras, en su visita a la casona, pudo evidenciar que en uno de los ambientes se encuentra una capilla. “Su piso tiene rastros evidentes de haber sido huaqueado. Los muros han sido dañados con dibujos y frases talladas rudimentariamente en el sillar”, afirmó.

Desde su techo se puede ver a los volcanes y toda la campiña, ahora invadida por edificaciones de cemento. “Brinda una vista limpia del Ampato y Chachani”, apuntó.

Hasta 1990 estuvo habitada por últimos integrantes de la familia Málaga Lira, luego fue abandonada hasta ahora, pese a su valor histórico y cultural. Antes, la propiedad fue habitada por las familias Málaga Castro, Málaga Cuadros, Málaga Arenas y Málaga Málaga, según el registro de la Municipalidad Distrital de Yarabamba.

LEYENDA

Sobre ella se tejen varias leyendas. Una de ellas es que antes de que los chilenos ocuparan Arequipa, en 1883, los dueños de la casona ordenaron a sus criados enterrar un tesoro para que no sea saqueado por los invasores. Eso explica la presencia de huaqueros y también de un mitológico guardián, el Muki.

Ni el Ministerio de Cultura ni la municipalidad de Yarabamba pueden o quieren intervenir esta construcción para ser puesta en valor, mientras el tiempo va carcomiendo su estructura. Sin embargo, es un relevante ejemplar que caracteriza la arquitectura civil y la vida aristócrata colonial arequipeña.

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