Cada día, al menos 400 escolares de la institución educativa Juan Pablo XXIII, ubicada en el pueblo joven de Miguel Grau, Paucarpata, están expuestos a ser agredidos por ebrios de la zona, ya que en el lugar hay varias cantinas donde no existe un horario para tomar bebidas alcohólicas.
En el lugar se puede observar desde temprano a grupos de adultos libando a media cuadra del plantel. En la zona tampoco hay un efectivo policial que resguarde a los menores, quienes deben caminar dos cuadras para tomar un bus de transporte público y llegar a sus hogares.
Si bien los escolares pueden ir por otras rutas para evitar a los borrachos, igual están expuestos a que los alcohólicos los persigan o molesten. Los padres piden presencia policial porque temen por sus hijos. Además, que las paredes de afuera del colegio están sucias tras ser orinadas por personas del mal vivir.
“Tememos que a nuestros niños les pase algo, uno borracho no sabe cómo actúa, toman casi a diario. La municipalidad ya clausuró uno de esos locales donde libaban y se registraban agresiones, pero aún hay otros que venden licor y tienen a sus clientes afuera en las pistas”, reclamaron padres.
Los fines de semana la situación es peor, al igual que en fechas festivas, porque más personas, en su mayoría varones, llegan a la zona para beber en grupos de más de tres. Sin pudor alguno molestan a las mujeres que pasan por el lugar y orinan en los árboles.
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