Sin embargo, la afluencia de niños aún es baja. Menores aceptan inocularse contra el coronavirus  con la esperanza de volver a ver a sus amigos en el colegio. (Foto: Correo)
Sin embargo, la afluencia de niños aún es baja. Menores aceptan inocularse contra el coronavirus con la esperanza de volver a ver a sus amigos en el colegio. (Foto: Correo)

Abby, tiene 6 años y llegó entusiasmada al local de vacunación de Rayo Chachani en el distrito de Cerro Colorado. Para disipar su nerviosismo cogió la mano de su padre, mientras la enfermera trató de distraerla con una conversación amena.

Respira profundo, tranquila, no duele”, le dijo la profesional mientras Abby se apoyó en su padre y cerró los ojos. En cuestión de segundos, la menor ya tenía la primera dosis contra el COVID-19.

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Muy bien hija, lo hiciste, dame esos 5″, le dijo su padre Presco Sarco y la pequeña chocó la mano sonriente.  Tranquilamente, Abby reveló que no le dolió y sugirió a sus amigos a vacunarse.

Contrariamente, Carito de 7 años de edad se mostraba tranquila en la fila, pero mientras llegaba su turno se puso nerviosa y empezó a llorar. La enfermera trató de tranquilizarla y le aseguró que no dolería.

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Tras recibir la inyección, se calmó y confirmó que no dolía, que el pinchazo podía ser resistible. Su madre Rosario Paredes compartió su preocupación por la educación de su hija y espera que a partir de marzo las clases sean presenciales, porque su descendiente aún no conoce a sus compañeros.

Los 2 primeros años de su educación primaria no acudió al salón y considera que su aprendizaje a través de la virtualidad no fue el adecuado. “Es un retraso considerable, son 2 años, no podemos seguir igual otro año más”, dijo.

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Guadalupe (8), Rodrigo (10) y Luana (9) se trasladaron al centro de vacunación muy contentos, porque Yessenia Alfaro, madre de los dos primeros niños y tía de Luana, les dijo que para volver al colegio y ver a sus amigos tenían que vacunarse. Luego de recibir la primera dosis, salieron contentos y aprovecharon los columpios para jugar. Otros niños llegaron hasta el lugar con sus juguetes preferidos, con stickers y disfraces.

La encargada del local de inoculación, Gladys Salas, informó que en los días anteriores tuvieron poca acogida de los menores de 10 y 11 años y con la ampliación de la cobertura a menores desde 5 a 11 años de edad, se espera una mayor afluencia.

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A diferencia de la vacunación a los adultos, inocular a los pequeños toma más tiempo, porque se debe lidiar en muchos casos con los llantos o quejidos. Salas señaló que esta fue una de las razones para que haya más personas en la cola y exhortó a los padres a traer a sus hijos con prendas de vestir accesibles para descubrir el hombro.