POR: RODRIGO LLOSA SANZ
No es un mito, el puerto colonial existió en la bahía de Chule, nombre nativo de lomas y litoral entre Tambo y Mollendo. Lo demuestran mapas y complejas escrituras del siglo XVI que estos últimos años hemos transcrito de los archivos notariales de la Región, del Municipio y el General de la Nación.
¿Entonces qué sucedió? ¿Por qué la mayoría en Arequipa no sabía de este puerto y por qué nadie sabe con certeza dónde estuvo? La pregunta me llevó a estudiar la costa y su comportamiento. Ahora la entiendo mejor después de haber convivido con ella, hacer topografía, medir sus variaciones, buscar restos arqueológicos que delimitaran posibilidades. Después de madurar teorías hasta poderlo explicar en un par de artículos que básicamente caen en lo que ya decían estudiosos siglos atrás: se arenó. Sin embargo, en su época no se conocía la tectónica de placas que vale la pena analizar.
EXPLICACIÓN
Los continentes y océanos flotan en magma sobre grandes bloques que llamamos placas. En el caso del Perú tenemos dos simplificadas: la de Nazca que carga el mar y la Sudamericana que soporta costa y Andes. Es posible que un tirón local de placas haya sido el origen de la erupción del 1600 que aceleró la arenación normal del río Tambo. Pudo también provocar peldaños o grietas locales como barricadas sumergidas, luego arenadas. El paulatino y lento cambio entre placas no determinó la desaparición del puerto por sí, pero tras siglos sumó a su extravío junto al efecto simultáneo de arenación continua del río. No se han realizado sondeos marinos para detectar fallas o anomalías. Sin embargo, estas no son imprescindibles para cegar un puerto o para notar que nuestras playas son inusualmente amplias en cómoda y agradable arena capaz de anular caletas.
Un artículo que intitulé «Tambo, el río arenador de Mollendo» fue muy debatido. Buscaba introducir el concepto de variaciones locales de la línea marina a través de los siglos. Me llovieron mensajes señalando que estaba equivocado, que no había rigurosidad, que la arena solo venía del mar, que exageraba al afirmar que nuestras playas en Islay se deben sobre todo al río que a través de corrientes del litoral distribuye lodo y arena – que se acomodan por densidad en playas – que se acrecientan en un barrido sinfín del propio mar – que se sabotea a sí mismo. Quienes me felicitaron fueron los doctorados Carlos Tavares, profesor especialista en geomorfología litoral, y Jorge Ortiz Sotelo, en historia marina, entendidos en estudios complejos que intento transmitir simple.
Basta preguntar de dónde viene la mejor arena de construcción o calcular sólidos con un mantón colador en la desembocadura o, más fácil, preguntarse a dónde va la turbidez del agua cuando entra el río. Multiplique eso por siglos, súmele torrenteras de lomas, la contribución de las placas, lo imprevisto de un volcán, la discontinuidad en la tradición oral, el descuido de cronistas y cartógrafos, y es posible perder un puerto y ganar una gran historia.
De mar a tierra puede resumirse en que la caleta dejó de serlo por fenómenos geológicos locales fascinantes. El que fue puerto de Arequipa en el 1500 hoy es tierra firme con un urbanismo en expansión.
VIDEO RECOMENDADO:
