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Han pasado 46 años desde el fusilamiento de Víctor Apaza, varón que fue condenado a muerte por haber asesinado a su esposa, Agustina Belisario Capacoyla. A pesar del tiempo los pobladores acuden a su nicho, ubicado en el pabellón San Hilarión del cementerio general La Apacheta, en busca de milagros.

“La escena de su muerte aun esta en mi mente, recuerdo que tenia 20 años. Él no merecía morir así”, contó Edgar trabajador de limpieza de la capilla del camposanto.

Ayer los familiares y amigos del difunto realizaron una misa en su nombre, asimismo hicieron un compartir en su nicho, recordando su humildad. “Él era muy amable, recuerdo que era fiel devoto del Señor de los Milagros, siempre cargaba el anda, es por eso que la gente también visita su tumba en octubre”, añadió.

Apaza se caracteriza por los innumerables milagros que realiza, en el caso de don Edgar, narró que años atrás sufría de la rodilla y gracias a las oraciones se logró sanarse.

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