Yobana Soto Cruz (47) y Briseyda Casimiro Arenas (26) pertenecen al grupo de familias vulnerables doblemente afectadas por la pandemia del coronavirus: sin acceso a puestos de trabajo y con grandes dificultades para alimentarse en medio de la crisis.
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Dificultad para continuar
Soto diariamente tiene que cocinar 60 raciones y proveer de medio menú a sus vecinos de la Ampliación Zona A, Embajada de Japón (Cayma), por el cuál cobra S/1. En Sumaq Mikun Wasi (Casa donde se come rico, en voz quechua), las personas de mayor edad no pagan, por ser casos sociales. Se logra recaudar S/44 diarios, el dinero sirve para cocinar al día siguiente lo que se pueda, pero no alcanza para comprar gas. “Cuando abrimos en abril, el municipio nos dio una cocina y dos ollas. Quedamos agradecidos. Pero no hemos recibido mayores ayudas, ni productos para cocinar y es lo que más nos hace falta, vivimos muy alejados y nos sentimos abandonos por todos”
Casimiro pasa por la misma necesidad. Son 70 personas de la Asociación José María Arguedas (Cerro Colorado) que todos los días se alimentan de la olla común Corazones Guerreros. El cobro es mayor S/3 por el menú completo. “Una señorita nos apoya, a veces nos da un saco de arroz o lentejas, pero se acaba. Solo pedimos que la municipalidad nos pueda enviar productos, por un poco humanidad”. El cierre de estos espacios dejaría desamparados a varios pobladores que encuentran en las manos de estas mujeres un cálido apoyo para sobrevivir.
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