San Pedro, patrono del Terminal Pesquero de Río Seco. Foto: GEC.
San Pedro, patrono del Terminal Pesquero de Río Seco. Foto: GEC.

En el distrito de Cerro Colorado, se mantiene viva la Hermandad San Pedro Pescador, un colectivo de comerciantes que formó, con esfuerzo y devoción, el Terminal Pesquero ubicado en la plataforma comercial de Río Seco. Hoy solo dos de sus fundadores continúan en pie, pero su historia sigue latiendo con fuerza.

La hermandad nació con apenas tres personas que primero vendían en el mercado San Camilo. Luego migraron al Parque Industrial, después al Palomar y, finalmente, al actual terminal. Con cada cambio, reafirmaron su compromiso con San Pedro, su patrono y guía, teniéndolo presente a diario.

“San Pedro siempre fue pequeñito, una cámara chiquita”, recuerdan. Por eso, decidieron encargar una imagen esculpida por una escuela cusqueña que fue colocada en el Terminal Pesquero, donde al momento de iniciar era un lugar de tierra y sin personas que acudieran a comprar los productos hidrobiológicos.

HISTORIA

El presidente de la hermandad, Ismael Tito, cuenta que él desde joven se encomendaba a San Pedro y por ello se unió al grupo de creyentes. Cuando llegaron a lo que ahora es Río Seco, empezaron de cero y les tomó varios meses para que el lugar sea conocido y acudan clientes.

“Fue muy difícil, nadie llegaba, nuestros productos se malograban porque solo conocían El Palomar, pero nosotros fuimos perseverantes y solo nos encomendamos a San Pedro que hizo que llegara la abundancia. Siempre le pedimos que no falte el pan en la mesa de las familias”, contó.

Una de las fundadoras Mery Torres (84) recuerda que cuando se trasladaron hubo divisiones de comerciantes. Es ahí cuando la hermandad se fragmentó por primera vez.

“No creían que el terminal en Cerro Colorado resurgiría y decidieron quedarse en El Palomar”, contó Torres. En medio de la tensión, un gesto marcó el renacer de la hermandad. Trajeron en una camioneta la imagen en grande de San Pedro. Fue el punto de inflexión. A las cinco de la tarde, cuando lo instalaron, sintieron que estaban completos. San Pedro había llegado a su nueva casa.

El lugar, que al principio parecía desolado, comenzó a moverse. Hoy, pese a las dificultades, el terminal está conformado por 149 propietarios. El legado de San Pedro sigue en pie entre cajas de pescado, mesas húmedas y manos curtidas. La hermandad clama por unidad, por juventud comprometida y por continuar con la devoción.

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